Lo que el Barça no quiere que se sepa, pero se sabe, de Luis Enrique

Lo que el Barça no quiere que se sepa, pero se sabe, de Luis Enrique

La plantilla marca las jerarquías en el día a día del equipo

En el mundillo del fútobl todo se sabe. El Fórum de Entrenadores que ha reunido a la flor y nata de los banquillos, organizado anualmente la UEFA en su sede en Nyon, Suiza, el nombre de Lucho ha estado en boca de todos. Por sus éxitos, claro está, pero también por el modo en el que los ha logrado. 

 

El asturiano, que ha suavizado su discurso en contra la  junta que preside Josep Maria Bartomeu tras pasar por caja y pactar nuevas condiciones en el operativos diario, no dudó en soltar la lengua el pasado curso para contar el 'drama', con final feliz, que vivió en el Barça. 

 

Con el agua al cuello ante la determinación de Luis Enrique de hacer el petate y salir pitando de Can Barça por haber sido ninguneado como en ningún sitio, el presidente puso en marcha una ronda de contactos con varios pesos pesados del vestuario, los más pesados, para limar asperezas con el técnico. Un acercamiento del grupo, que unido a los billetes que el presidente puso sobre la mesa, sirvieron para hacer la vista gorda. 

 

La relación entre los Xavi, Pique, Busquets, Messi fue de menos a más en el tramo final de temporada por un único motivo: el grupo sabe que con Luis Enrique hacen y deshacen a su parecer.



El asturiano ha aceptado su rol de invitado. No se atreve a toser a los grandes. Y desde que el presidente de leyó la cartilla la alineación es la que toca. La lógica. Sin experimentos. Ni inventos. Las rotaciones son consensuadas a través del segundo, Unzué, que traslada los descansos con mucha mano izquierda y casi pidiendo permiso. En definitiva, es el vestuario del Barcelona el que tiene el control del equipo en el campo y fuera. Una forma de actuar que, además, ha funcionado.



Messi es feliz - ha desbancado a Cristiano y recuperado el respeto del técnico-, Neymar es feliz -con Luis Enrique sus privilegios que han equiparado mucho a los de Leo-, Suárez es feliz -entiende que su estatus está aún por debajo del los dos grandes cracks, pero se está convirtiendo en un intocable- y el resto vive/disfruta de la felicidad de los tres motores de ataque.



Además, el grupo se siente el verdadero amo y señor del vestuario. Entiende que Luis Enrique es el referente a ojos del barcelonismo, pero conoce mejor que nadie como se ha fraguado el éxito de este Barça. Sus claves. Y sus protagonistas: ellos.