Juan Carlos I comunica a sus dos hijas que los resultados médicos no son buenos
Un anuncio íntimo que marca un momento delicado en la Familia Real.
Juan Carlos I ha tenido que afrontar uno de los momentos más dolorosos de su vida: comunicar a sus dos hijas, la infanta Elena y la infanta Cristina, que los últimos resultados médicos no son favorables. A sus 86 años, el que un día fue símbolo de fortaleza y energía vive ahora una etapa marcada por el desgaste físico, la fragilidad y una dependencia que avanza sin pausa. Según fuentes cercanas, el rey emérito transmitió a sus hijas que su estado ya no tiene margen de mejora y que los médicos han sido claros: la movilidad que ha perdido no volverá.
En esta conversación íntima, Juan Carlos I habló con sinceridad sobre lo que viene por delante. Su deterioro se ha acelerado durante los últimos años, tras décadas de intervenciones quirúrgicas en caderas y rodillas que ya no pueden sostener su vida diaria. Aunque públicamente intenta mostrarse erguido con la ayuda de un bastón, en la esfera privada depende casi por completo de una silla de ruedas. Por ello, ha querido preparar a sus hijas, conscientes de que el tiempo del monarca emérito avanza hacia una fase cada vez más delicada.
La familia, especialmente sus hijas, recibió la noticia con preocupación, pero también con la serenidad de quien sabe que es momento de acompañarlo sin reservas. Elena y Cristina se han implicado en gestionar su bienestar, intentando que estos años finales sean lo más dignos y tranquilos posible.

El declive físico se hace evidente y la familia adapta su entorno
Los médicos que siguen de cerca su evolución han dejado claro que ya no existe tratamiento capaz de frenar su deterioro progresivo. Especialistas españoles y su equipo médico en Ginebra coinciden en que el daño es irreversible. La última valoración ha sido especialmente dura: su movilidad continuará reduciéndose y necesitará ayuda constante para cualquier desplazamiento.
Este declive se ha dejado ver incluso en sus apariciones más discretas. Durante la misa de Pascua en Abu Dabi, Juan Carlos I fue visto utilizando una silla de ruedas, evidenciando una imagen muy alejada de la que la ciudadanía recordaba. En Zarzuela, Felipe VI ha impulsado diversas adaptaciones para facilitarle el día a día: rampas, ascensores y espacios más accesibles para una vida que dependerá cada vez más de la asistencia física.
Las fuentes cercanas insisten en que la familia quiere que el emérito pase sus últimos años acompañado, sin alejamiento ni soledad. Aunque el final se percibe más próximo, el objetivo es que viva con calma, rodeado de su entorno y con el cuidado que necesita en una etapa en la que la salud ya no da tregua.