La inesperada pérdida de peso de la reina Sofía desata preocupación

Un reciente cambio en su estado genera inquietud

La inesperada pérdida de peso de la reina Sofía desata preocupación

La figura de la reina Sofía siempre ha sido sinónimo de estabilidad, discreción y fortaleza, pero en los últimos meses su entorno más cercano vive con inquietud. La emérita ha experimentado una pérdida de peso notable, más de ocho kilos en apenas siete meses, y quienes la rodean reconocen que atraviesa uno de los momentos más frágiles de su vida. Aunque desde Zarzuela no se ha emitido ninguna confirmación oficial, el silencio y la ausencia pública de la reina han alimentado la preocupación. Su familia, plenamente consciente de la delicada situación, ha aparcado diferencias y ha intensificado su presencia a su lado, intentando acompañarla en un periodo marcado por la vulnerabilidad emocional.

El origen de este declive no es un misterio para quienes conocen su historia reciente. La muerte de su hermano Constantino, hace tres años, la golpeó profundamente. Aquella pérdida inesperada abrió una herida emocional que nunca llegó a cerrar. A este dolor se sumó otro golpe devastador: el deterioro cognitivo de su hermana Irene, diagnosticada de Alzheimer pocos meses después. La reina Sofía, que siempre se apoyó en su familia más directa, ha sentido cómo ese círculo íntimo se desvanecía, dejándola sin sus pilares fundamentales. Esa sensación de quedarse sola, unida a la avanzada edad y a las tensiones familiares que han marcado los últimos años, ha contribuido a un desgaste que ahora se hace visible.

Reina Sofía

Una etapa de fragilidad que enciende las alarmas

En su entorno reconocen que la reina Sofía está más reservada que nunca. Apenas abandona su habitación, se muestra débil, con poco apetito y dificultades para descansar. Algunos expertos consultados por periodistas especializados han señalado que estos comportamientos podrían encajar con un cuadro de depresión severa, aunque esta información no ha sido confirmada. La preocupación, sin embargo, es palpable. Pilar Eyre, una de las cronistas más cercanas a la Casa Real, ha apuntado que la situación es más seria de lo que se ha querido transmitir públicamente.

Sus hijos, Felipe, Cristina y Elena, han decidido organizarse para que la emérita no pase largos periodos sola. La animan a salir de casa, a realizar actividades y a mantener pequeñas rutinas que puedan ayudarla a recuperar estabilidad emocional. Aun así, se sabe que la reina Sofía se resiste a acudir a especialistas, algo que la familia intenta manejar con delicadeza.

En su última aparición pública, más escasa y discreta de lo habitual, su extrema delgadez no pasó desapercibida. La imagen de una madre y abuela que siempre se ha mostrado fuerte contrasta ahora con la fragilidad que transmite. Y aunque todo se maneja bajo la máxima discreción, el mensaje que llega desde su entorno es claro: la preocupación es real y el momento, especialmente delicado.