Cuando fuimos los mejores: Gestas europeas recordadas por el hincha español

Cuando fuimos los mejores: Gestas europeas recordadas por el hincha español

Se puede identificar esta canción de Loquillo y esa sensación con lo que muchos aficionados de varios equipos sienten a menudo

Título evocador de tiempos pasados gloriosos el de esta canción de Loquillo. En el inicio de siglo el rockero lanzaba este single echando la vista a atrás con nostalgia para recordar una época de grato recuerdo, pero que queda demasiado lejos con el paso de los años y la cual se ve desde una posición y un contexto bien distinto.

 

Paralelamente se puede identificar esta canción y esta sensación con lo que muchos aficionados de varios equipos españoles sienten a menudo, más aún en fechas como estas en las que, como dice Valdano, “el futbol es capaz de transformar los martes en un día que tiene sentido”. El fútbol europeo vuelve un año más y con él sus nuevas historias. Esas que acaban evolucionando a leyendas a través de gestas y épicas que quedan serigrafiadas en la memoria de los amantes de este deporte. Incluso el balón, entre semana, se viste con su traje de estrellas para, un año más, invitarnos a soñar con el fútbol de más alto nivel.

 

Tras un buen comienzo en la competición doméstica se vive bien. Pero nada comparable, sentirán si echan la vista atrás los aficionados deportivistas, a cuando escribieron más de una página de la historia de la Champions. Única fue la mágica remontada del último gran Deportivo en Riazor frente a un Milán que peleaba por el cetro continental (vencieron 4-0 tras perder en San Siro 4-1) y que hoy se hace algo tan bonito como lejano. Del mismo modo, se recordará por tierras gallegas como Maakay y compañía asaltaron el Olímpico de Múnich, hasta entonces irreductible fortín alemán para los equipos españoles, o como Diego Tristán, ese fino ariete gaditano, se convirtió en la peor pesadilla para los residentes del teatro de los sueños de Old Trafford.

 

 

La sensación de vacío y de tristeza que dejó el fatídico penalti de Riquelme en un pequeño pueblo castellonense se recuerda ahora, más de 9 temporadas después, como el mayor logro conseguido en la historia del Villarreal. El Submarino Amarillo se quedó a 11 metros de tumbar en semifinales de la Champions al Arsenal de Henry. Lehmann, guardameta alemán de los gunners, puso fin a lo que sigue siendo el mejor resultado de un debutante en la historia de la competición. Apartando el añito en el infierno, por el Madrigal se sigue viendo al equipo peleando por y en Europa, con jugadores atractivos cada año pero que están a otro nivel de aquel hito logrado por los Forlán, Marcos Senna, Sorín, Riquelme...

 

Mala entrada la que registró Mestalla en el regreso a la Champions del Valencia. Parece mentira que aquel equipo que peleó por la orejona dos años consecutivos de la mano de Mendieta, el Piojo López, Ayala o Cañizares se vea ahora en tantos problemas para entrar en Champions y para llenar un estadio que en su día fue territorio hostil para muchos grandes europeos. Peter Lim y sus millones, la mano de Mendes, la pizarra de Nuno y una plantilla joven y bonita han devuelto la ilusión de pelear con los más fuertes del continente. Pero a orillas del Turia se recuerda con añoranza a ese conjunto que se desvaneció en las dos noches negras de París y Milán pero que se ha afincado en la retina de la afición che.

 

 

No sólo de grandiosas noches de Champions se alimenta la nostalgia del aficionado del fútbol español. Por envergadura de las mismas, sí retumban más con el paso de los años las hazañas en la competición europea por excelencia pero, para nuestro fútbol, la antes denominada UEFA y ahora Europa League es la competición que ha deparado mayor cantidad de historias. Al margen del aplastante dominio del Sevilla en los últimos tiempos, donde Monchi ha enseñado al mundo y en varias ocasiones como se hace mucho (equipo) con poco (dinero), las gestas nacionales son más numerosas. El Alavés y su memoria, hoy deambulando por Segunda tras más de un año en 2ºB, maldicen todavía el autogol de Geli en la prórroga que significó el subcampeonato de la 2000-2001 frente al Liverpool en una final preciosa (5-4).

 

En Getafe, colista en este inicio liguero tras unas últimas temporadas en tierra nadie, sigue escociendo la carrera de Luca Toni por la línea de fondo con la mano a la altura de la oreja tras empatar en el último minuto de la prórroga para un Bayern que sufrió lo indecible en el Alfonso Pérez en la 2007-2008 y que igualó un 3-1 en contra. Partido memorable, que rozó la épica teniendo en cuenta la expulsión de De la Red en el minuto 6 de juego.

 

 

Paradoja también la de Osasuna, actualmente sumido en problemas institucionales, librando in extremis el segundo descenso consecutivo el pasado curso y que también firmó su página en la historia europea cayendo en las semifinales europeas frente al Sevilla. A la postre, un gran Espanyol fue el último enemigo que sucumbió frente al Sevilla en una final española. Igual que la que disputaron el Athletic de Bielsa y el Atlético en Bucarest con aplastante victoria colchonera.

 

Y es que en la actualidad quizás sea el hincha del Atlético el único que no siente esa aprensión por tiempos pasados de goles, de borracheras de fútbol y de resacas en días laborables. Simeone ha devuelto a uno de los históricos nacionales a la lucha por los títulos y es por eso que en el Calderón no sienten nostalgia cuando escuchan al Loquillo más maduro y retroactivo. Los aficionados rojiblancos son de los pocos en la actualidad que no tienen que bucear en su memoria para recordar tiempos en los que fueron los mejores.

 

Iñigo Esteban, Bilbao.