Reportaje DB: Los 'nueves' del Vicente Calderón

Si hay un lugar dónde la figura del nueve al uso tiene una relevancia capital es en el Atlético de Madrid

Reportaje DB: Los 'nueves' del Vicente Calderón

Quizás por la evolución del fútbol actual, más pensado en general para extremos, enganches y falsos delanteros, quizás por el duradero monopolio de dos gigantes como Messi y Cristiano o quizás por la falta de killers que puedan hacer sombra a semejante pareja, estamos en una etapa en la que los nueves puros no pugnan por ser los máximos artilleros del mundo ni por ganar los premios individuales de más postín.

 

Cristiano, inmerso en una incómoda reconversión que no le sienta nada bien y en la que ha dejado de ser el visitante sorpresa y constante del área rival para afincarse ahí como residente habitual, nunca ha sido un delantero puro. La banda como autovía le viene mejor. Messi, jugador total, por calidad acaba goleando donde juegue y así lo ha demostrado. Pero a su amplio abanico de cualidades le ha añadido en los últimos tiempos la función de asistente de fantasía y de director de orquesta a partir de los tres cuartos de campo. Ambos disfrutan y hacen disfrutar si les dejan recorrer metros hasta el área con el cuero y no esperándolo entre centrales.

 

El gol es la esencia del fútbol y sin él este deporte no tendría sentido. Si no hubiese en el campo ningún especialista en el bello arte de la ejecución esto no tendría la misma gracia. La posición deseada por la mayoría de los niños, carece hoy de un crack que discuta con Messi y Cristiano por galardones y botas doradas y carece también de un estilo hecho a medida. Lo que no falta ni faltará porque es algo intrínseco a este deporte son especialistas en el área. Luis Suárez, subordinado ahora a los arrebatos de arte que le den a Messi en el Barça, y Lewandowski, como notario que pone la rúbrica final a las elaboraciones futbolísticas del Bayern de Pep, son dos de los más cotizados.

 

Pero si hay un lugar dónde la figura del nueve al uso tiene una relevancia capital es en el Atlético de Madrid. Diego Costa, actualmente guerrillero estrella de la maltrecha guardia pretoriana de Mourinho, fue el último gran ariete que encontró a orillas del Manzanares su coto de caza ideal. El hispano-brasileño fue el socio y posterior relevo de su hoy suplente, Radamel Falcao y prosiguió con la estirpe de grandes goleadores colchoneros. 64 tantos en tres años en el Calderón, entre los cuales 8  le colocaron como máximo goleador en una misma temporada en Champions en la historia rojiblanca. Potencia, velocidad, un carácter bestial y perfecto para el estilo combativo de Simeone… Todo ello hizo del Calderón la perfecta llanura donde al contragolpe la pantera de Lagarto consiguió una Liga BBVA, una final de Champions y un billete en clase “crack” con destino Chelsea.

 

Otro depredador felino le acompaña en el club del barrio adinerado de Londres. El Tigre Falcao, aterrizó en Madrid con fama y números de ariete grande. En Oporto se hinchó a goles. Le costó entrar en escena pero fue el protagonista del primer gran Atlético de Simeone. Para el recuerdo dejó sus exhibiciones en las dos finales europeas frente al Athletic de Bilbao (un doblete digno de enmarcar) y al Chelsea (sublime partido con hat-trick incluido). El propio Guardiola le señaló como el mejor jugador de área del momento y apareció varios años entre los mejores 25 jugadores del mundo. El Tigre encontró su hábitat natural en la ribera del Manzanares y la deuda económica del Atleti lo enjauló y lo sacó de allí para no volver a ser nunca el mismo.  Los 70 goles en 91 partidos demuestran los fuerte que rugió el colombiano en el Calderón.

 

Antes paso por allí otro con la etiqueta de gran jugador y mejor goleador. Predecesor de Falcao y Costa, hoy rival en las islas y elevado a talla de superestrella mundial, el Kun Agüero llegó como proyecto y se marchó como una maravillosa realidad. Su etapa con Forlán, anterior a Simeone, ya reportó éxitos que por aquel entonces llevaba mucho sin vivir la parroquia colchonera. La Europa League frente al Fulham con Quique Sánchez Flores es un ejemplo. Aquel pequeño “culibajo”, clásico delantero argentino por esa fisonomía de menudo y pequeño jugón con el centro de gravedad a ras de suelo y un transiberiano por tren inferior, enamoró con 17 años al fútbol. Un descaro imponente, poderosas arrancadas, regates y goles le colocaron en la mente del mismísimo Florentino Pérez. Hoy es el día en el que, según dicen, el mandatario blanco continúa soñando con el Kun. Uno de los mayores jugones que se han visto en los últimos tiempos de rojiblanco creció y maravilló en Madrid tras un pago de 20 millones a su club natal (Independiente). Al no optar a los títulos que si llegarían después, el Kun se hartó, pagó su cláusula y puso rumbo al City por más del doble de lo que dejó en Argentina; 45 millones de euros. 101 goles en encuentros son el legado estadístico que dejó.

 

Coetáneo del Kun fue otro sudamericano como Forlán. Un golpeo prodigioso con ambas piernas y un instinto asesino característico de buen delantero no le otorgaron el mismo cariño que a su compañero de área por parte del Calderón. La Bota de Oro con el Villareal previa a la dictadura Messi-Cristiano le empaquetó con un lazo dirección Madrid. Allí formó con el Kun una sociedad enormemente fructífera pero no siempre comprendida. Los 96 tantos que anotó y que le colocaron como uno de los 10 máximos goleadores colchoneros de la historia se empañaron con pitos y peleas con la grada y con su disputa con Quique Sánchez Flores.

 

Y como va de melenas rubias, no podíamos olvidarnos del hijo pródigo que ha vuelto tras su dramática marcha para sanear las maltrechas arcas del club hace ya años. Torres, a un nivel muy inferior del de aquel velocista de zancada kilométrica que encandiló al mítico Anfield, suda, pelea y disputa ahora unos minutos que en su día fueron suyos casi por decreto. El ojito derecho del Calderón nació, creció y goleó jugando, entre otros, junto a Simeone, y fue el icono del Atleti en una de sus épocas más oscuras. El niño bonito de la casa fue el clavo ardiendo al que se aferró el conjunto madrileño a principios de siglo y abanderó el amor por su equipo de toda la vida con goles.  A las puertas de los 100 goles (lleva 99 como rojiblanco), Torres representa más como ídolo canterano y rojiblanco de corazón que como killer “romperécords”.

 

Antes de los aquí citados, otros como Hasselbaink (24 goles en el año del descenso) o Vieri (Pichichi con 24 tantos en 24 partidos) dan fe de que el Calderón es un paraíso para el clásico killer de área. Refugio de grandes goleadores, el feudo colchonero lleva ya muchos años presentando nueves al mundo y facturando muchos millones de los grandes del viejo continente. Ahora Griezmann, segundo delantero que ha destapado su faceta de killer, y el colombiano Jackson Martínez, que parece que no acaba de acoplarse, tienen el testigo de una estirpe de cazadores. Una cadena histórica de “pescagoles” a orillas del Manzanares que llevan haciendo del área su territorio ideal y del gol y el remate su modo vida desde hace 15 años.