Sólo el caos deja viva a Italia ante España. 5 cosas que aprendimos

La Roja sacó un empate valioso de Turín, pero lamentando una ocasión de oro para haber logrado su primer triunfo en tierras transalpinas desde 1971.

Sólo el caos deja viva a Italia ante España. 5 cosas que aprendimos

Si no tuvieron oportunidad de ver el partido más potable de toda la jornada de clasificación en zona europea de esta semana, sepan que el resumen puede basarse en que nada ha cambiado. O al menos, pocas cosas. La Roja de Julen Lopetegui calca a la anterior en ideas, la adecenta en las formas y acaba por recordar a aquella maravilla que nunca veremos más por momentos. En definitiva, un renacer del estilo que nos dio todo y del único plan en el que podemos basarnos por futbolistas y potencial, lleguemos hasta donde lleguemos. Tampoco es diferente la Azzurra con Giampiero Ventura. Si acaso, una versión de un equipo más débil tácticamente con respecto a la era Conte pero igualmente basado en el cierre de líneas y la salida en velocidad, la Italia de toda la vida. De este choque de estilos vivimos un partido que pudo telegrafiarse incluso antes del pitido inicial. Todo fue como se esperaba, desde el inicio hasta el final, con un penalti previsible tras un arreón de locura lógico de los locales, que sólo despertaron tras ir perdiendo. Un empate que sabe a poco para España y que deja la vida igual que siempre.

 

La virtud rescatada por Lopetegui. Sin duda, si algo ha conseguido devolver el nuevo seleccionador al equipo español con respecto a sus mejores días ha sido la presión alta sobre la salida de balón del rival. Característica a veces ninguneada respecto al tiqui-taca clásico con Luis o Del Bosque, siempre resultó una de las principales fuentes de poder de la Roja y origen de innumerables victorias. Italia fue hoy un enemigo minimizado gracias al esfuerzo colectivo visitante. Todos corriendo hacia delante ahogando al contrario, provocando constantes pérdidas y mucho olor a peligro en las inmediaciones del área de Buffon. A través de esta clave, España vivió cómoda y se sintió superior durante casi una hora, justo hasta el gol de Vitolo.

 

Iniesta y Silva. Debutaba Andrés con Lopetegui y demostró que sigue igual que con Vicente del Bosque. Los galones los tiene y proporcionándole socios y mucha presión arriba se suelta y sigue siendo letal. Julen trató de separarle del canario en dos ocasiones, ordenando a ambos abrir espacios cada uno en una banda. Pero su amor por el mismo juego no conoce barreras, y constantemente se buscaron, se asociaron, y provocaron el caos en la defensa rival. Ya estaba claro, pero siguen y seguirán siendo, por ahora, los dod principales motores del juego de creación y de ataque de la Roja.

 

Italia

 

Vitolo. La gran noticia, por novedosa, de la era Lopetegui. El extremo del Sevilla se ha confirmado como el elemento rejuvenecedor de esta Selección, que tras la caída en desgracia de Pedro Rodríguez volvía a necesitar de ese componente eléctrico y vertical, alejado del toque y que ofreciese esa diferenciación tan necesaria para no caer en el juego plano. Vitolo acelera el juego de la Roja cuando debe, abre espacios, le pone muchísima intensidad a cada acción en la que participa y marea a la defensa rival constantemente, tanto en fase ofensiva como defensiva. Fruto de su infatigable esfuerzo llegó el gol, inesperado la verdad, tras una cantada increíble de Buffon, que salió a por uvas a buscar un balón asequible y dejó la portería vacía. El '11' empujó el regalo a placer y consumó 54 minutos de dominio con un premio merecido.

 

Falta de experiencia ante el arreón italiano. Hasta ese momento, el gol de Vitolo, Italia apenas le había tirado a De Gea. De hecho, la participación del portero en el partido podía haberse calificado de anecdótica. Sin embargo, a Italia parecía valerle el empate y solo cuando se vio por detrás tiró de lo único que tiene que puede hacer tambalearse a una Selección superior técnicamente: la combinación de bravura con su oficio en el juego tosco, caótico, directo y de segundas jugadas. La Azzurra aumentó dos marchas su velocidad y metió a España en su juego azuzada por la grada, empezando a generar ocasiones. Centros laterales, jugadas aéreas y una sobredosis de intensidad que esta España todavía no sabre frenar con el oficio de antaño. Hasta que en el 81, una de esas jugadas embarulladas terminó con penalti de Ramos sobre Éder pitado por el juez de gol. De Rossi no desperdició el regalo.

 

La peor noticia. La sensación que queda es que se pudo y se debió ganar, y que no se hizo por falta de experiencia que se espera se vaya ganando con el tiempo y en parte, también por Ramos. El capitán no está bien con el Real Madrid y tampoco con España, volviendo a cometer varios errores de bulto durante el partido que pudieron costar caros hasta que al final, el cántaro se rompió. Alguien debería decírselo claro, porque lejos de mejorar, cada vez va a más...