2-2: El Betis le pone suspense al ascenso y empata ante el Llagostera

Un gol de Tito empató un partido en el que el Betis se había adelantado con doblete de Rubén Castro. El Llagostera sigue en la lucha por el playoff.

2-2: El Betis le pone suspense al ascenso y empata ante el Llagostera

 

Ya se sabe, después de feria hay resaca. O eso parece después de lo visto en el Villamarín esta jornada. El Betis no pudo pasar del empate ante un Llagostera que busca el playoff, un resultado que sería histórico para el club catalán. Ante el líder se mostró arrogante, valiente, sin complejos. Los de Mel volvieron a enseñar sus errores, aunque tampoco le ayudó el arbitraje de Areces Franco, malo donde los haya. 

 

Parece que los verdiblancos le van a poner algo de suspense al final de temporada y a su ascenso. Ahora les toca seguir luchando, ya que por detrás aprietan los rivales. Ruben Castro hizo un doblete para remontar el gol inicial visitante, pero Tito puso el empate final en el 76.

 

Salieron bien los catalanes. Arturo y Ríos tuvieron un par de ocasiones para adelantarse nada más empezar, pero Figueras estuvo a la altura. Poco a poco el Betis se hizo con el control del juego, como habitualmente hace. Y cuando más sufría el Llagostera consiguió adelantarse a balón parado, una de sus especialidades. Era el minuto 38, gol obra de Juanjo que debió anularse por fuera de juego.

 

Tras el gol el Betis se echó arriba y René salvó a los suyos para llegar al descanso con ventaja. La segunda parte arrancó con un protagonista, Rubén Castro. Después de su polémica, el delantero está dispuesto a batir su propio récord de goles (27, lleva 25). En el 46 aprovechó un centro de Molinero y en el 71 le robó la cartera a Valho. Los de Mel daban la vuelta así al marcador. 

 

Se las prometían felices pero no superon matar el partido. El Llagostera sin complejos se fue arriba. Cinco minutos después Tito desde 30 metros consiguió el gol de empate. El Betis intentó a la desesperada el gol de la victoria, pero nunca llegó. El ascenso se hará de rogar, y es que el bético está acostumbrado a sufrir.