La pregunta que se hacen en Alemania: ¿Con qué equipo iba Pep?

Los alemanes andan mosqueados por los excesos de barcelonismo mostrados por Pep Guardiola antes, durante y después del Bayern-Barça.

La pregunta que se hacen en Alemania: ¿Con qué equipo iba Pep?

En Múnich hay quien se pregunta con qué equipo iba realmente Pep Guardiola en la eliminatoria que ha enfrentado al club que lleva en el corazón, el Barça, con el club que le paga, el Bayern. Las demostraciones de fanatismo culé expresadas previamente por Pep en su localidad del Camp Nou presenciando el Barça-Manchester City de octavos de final pusieron en sobreaviso a los aficionados del Bayern. Luego no gustó nada que dijera que "es imposible parar a Messi". Se entendieron estas palabras como una manera de afrontar la eliminatoria derrotados de antemano.

 

Y para acabarlo de arreglar, anoche, después del partido que finalizó con victoria insuficiente del Bayern por 3-2, Pep sacó a relucir su barcelonismo deseando el triunfo del Barça en la final de Berlín sea cual sea el rival. Estas son las palabras que han encendido a los alemanes: "Ahora que no hagan el 'pardillo' y ganen la quinta, lo merecen. La Liga ya la tienen, ahora tienen que ganar la Copa y están en la final de la Champions. Felicito al Barça, justo ganador y de todo corazón espero que ganen la quinta, la merecen. Caer contra el Barça como lo hemos hecho es bueno para un entrenador, aunque estamos tristes. No es lo mismo jugar en el Camp Nou, que impone mucho, que en el Allianz. El Barça es un equipo trabajado y hace bien las cosas, hemos tenido errores conceptuales y me hace pensar en que tenemos que trabajar más. Los de arriba del Barça son muy buenos". Esto es lo que dijo Pep y que no ha gustado nada en Alemania, como que en el descanso se abrazara con Leo Messi.

 

Las críticas arreciarán en las próximas horas contra Pep. Críticas de la prensa y críticas de los popes del club, que entienden que este Bayern-Barça no ha sido para Pep Guardiola más que un reencuentro con sus viejos amigos y le echan en cara el fatalismo previo y su renuncia al triunfo por la calidad del rival. El orgullo alemán no permite estas licencias.