La realidad del mercado le sigue 'sacando los colores' al Valencia

La realidad del mercado le sigue 'sacando los colores' al Valencia

Pasan los días y no se anuncian salidas ni fichajes. Esta puede ser una semana clave para cambiar las cosas.

El nerviosismo avanza cada día que pasa en Valencia, con la afición expectante por ver caras nuevas y empezar a corroborar que los planes de Pako Ayestarán y Suso García-Pitarch sobre las salidas a acometer en la plantilla comienzan a concretarse. El problema es que a dos semanas del inicio de la pretemporada prácticamente nada ha cambiado en el Valencia con respecto a la plantilla de la 2015-2016, y eso es algo que da una imagen de falta de recursos y capacidad importante.

 

Antes de entrar dejen salir, suele decirse, y las salidas es lo que realmente está trayendo de cabeza a las cabezas del nuevo proyecto valencianista. Por trabajo no es, desde luego, ya que tanto Suso como Ayestarán definieron sin contemplaciones los descartes hace ya tiempo y el director deportivo se ha movido para tratar de colocar futbolistas sin éxito. Sobre todo a Álvaro Negredo, que causa un ‘destrozo’ importante en la economía del Valencia (una sexta parte del dinero destinado a toda la plantilla, según Superdeporte). Pero el elevado sueldo del delantero hace difícil su salida. En Italia no le quisieron, y el Espanyol sólo puede llevárselo cedido.

 

En cuanto a llegadas, la del serbio Filip Kostic parece hecha y los medios cercanos a la actualidad che hablan de esta semana como la definitiva para que el club la haga oficial. Pero parece la única asegurada por ahora, cuando todos los días surgen nuevos rumores. Muchos de ellos, por cierto, sobre jugadores que tampoco terminan de ilusionar a la afición por su carácter de ‘gangas’ semi desconocidas.

 

La realidad es que el Valencia, que ya anunció que el verano sería complicado tras la no clasificación para Europa, está encontrando unos problemas enormes a la hora de modificar la plantilla y las fechas para el regreso al trabajo se acercan peligrosamente. Un caldo de cultivo nada bueno para una afición que sigue esperando buenas noticias, cada vez más impaciente.