Benítez, cabeza de turco perfecta (y precoz) ante un Bernabéu nervioso
Parece que el técnico va a ser el muro contra el que se estrellen todas las críticas esta temporada
Primer partido de Liga y primer lío para el Real Madrid. El empate sin goles ante el Sporting de Gijón dejó un prematuro pinchazo en la competición doméstica para los blancos y una resaca de dudas en la prensa acerca del proyecto de Rafa Benítez para esta temporada. Parece que el entrenador va a ser la figura sobre la que se descarguen todas las críticas y los problemas que vaya generando el rumbo del equipo a lo largo del curso. Nada nuevo ni hasta cierto punto lógico, pero que en el caso del madrileño parece casi forzado.
Da la sensación de que a Benítez se le ha puesto ahí para que aguante los golpes. Para ser el hombre que se queme mientras el club se reestructura forzando una transición deportiva y estratégica que pasa, sobre todo, por ir 'migrando' hacia una nueva era con nuevos iconos como protagonistas. E inexorablemente nos referimos a Gareth Bale.
A diferencia de Carlo Ancelotti, el hombre que disfrutó del galés en su plantilla durante sus dos temporadas dentro de la casa blanca y que supo sacarle el mejor rendimiento que el futbolista ha tenido hasta ahora (en su primera temporada), Benítez no sólo dispone de Bale en el equipo, sino que desde el primer día, incentivado por el club -aunque él practique un discurso que parece ser propio y que quizá lo sea, pero no sabemos en cuánta medida- se ha propuesto convertir al extremo en el centro del mismo. Valga la redundancia, pues deslpazarle de la banda, su hábitat natural por características técnicas y físicas, y colocarle de mediapunta por deseo expreso del jugador, de su agente y de la entidad, le otorga el papel de líder sobre el césped o, por lo menos, de hombre sobre el que se canalizan gran parte de las jugadas decisivas de los encuentros.

De momento, esa fórmula no está sirviendo para que Bale rinda como todos esperan que haga y como el Real Madrid necesita, debido a la enorme inversión realizada en él. Sí mejoró en El Molinón, pero a costa de un empeño que ha tenido como daño colateral el hecho de que el propio Santiago Bernabéu empiece a cogerle manía, tanto cuando es justo criticarle como cuando no. Va a ser difícil que el estadio cambie de opinión, ya se ha visto otras veces. Muchos no lo superan.
Si el final de este proceso no es bueno, el enfado del público tendrá que ir canalizado hacia alguien más que el simple jugador, que al fin y al cabo puede ser acusado de muchas cosas, pero no de intentar hacerlo bien cada domingo. Y aquí entra directamente en escena Rafa Benítez. Un técnico no muy querido por el público y sin la fuerza y el respaldo mediático de otros, un entrenador de perfil medio-bajo a pesar de sus éxitos pasados que se posiciona como la 'víctima perfecta' para ser reciclada y pasar a otra cosa, la última bala de este cargador en el que se ha convertido el proceso de elevar al galés de proyecto a obra suprema. Seguro que intentará evitarlo. Pero, de entrada, ya "se la juega" en su primer partido oficial en el Bernabéu, según las cosas leídas el pasado lunes. Papelón.