El segundo mejor pagado del Barça se convierte en una bomba de relojería
Hasta la directiva ya han llegado comentarios procedentes del vestuario en torno a la ficha desorbitada de uno de los cracks del equipo.
Don Balón ya ha informado de que el alcance de la lesión de Andrés Iniesta va mucho más allá de las cuatro semanas que se le calculan para su reaparición. En realidad, la última lesión del jugador manchego viene a confirmar un estado físico precario, en la línea de lo que ha sucedido en los últimos años y que puede ir a más en temporadas venideras.
Van pasando los años y el rendimiento de Iniesta ha dejado de crecer, fundamentalmente porque las lesiones le privan de la continuidad que tuvo en sus mejores épocas. Y hasta la directiva han llegado voces procedentes del vestuario alarmadas por la situación de desigualdad que existe entre lo que cobra y lo que rinde Andrés Iniesta, un jugador muy querido por sus compañeros, pero que tiene más predicamento fuera del vestuario que dentro de él por el crédito mediático que se ganó con los Iniestazos de Chelsea con el Barça y de Sudáfrica con la selección. Lo cierto es que sus compañeros del Barça no ven en su rendimiento los méritos que se le suponen. El dato irrefutable: en la Liga pasada no anotó un sólo gol y apenas dio una asistencia en 24 partidos de Liga. Muy poco para un centrocampista ofensivo que se supone que pisa el área. Sus compañeros ven que tiene inmunidad mediática por su lado entrañable que transmite a los aficionados, pero también ven que su rendimiento no está al nivel de su fama, cotización y su ficha.
Javier Faus le firmó en 2013 un contrato hasta 2018 que le convertía en el segundo jugador mejor pagado de la plantilla, sólo superado por Leo Messi. Y por delante de Neymar, de Suárez y de Piqué. La temporada pasada hizo bingo con unos ingresos netos de casi 20 millones de euros debido a los variables que se generaron con el triplete. Pero, con títulos o sin títulos, Iniesta tiene garantizados 17 millones de euros, una cantidad que debe justificar en el terreno de juego para ganarse el reconocimiento de sus propios compañeros, de los que se sienten discriminados por las diferencias salariales. Bartomeu sabe que con Iniesta tiene activada una bomba de relojería en el vestuario que le puede estallar en las manos, especialmente si las lesiones siguen persiguiendo al jugador manchego.