No es por no defender: Lo que ha perdido Bale, la cara de la crisis blanca
La visión que prensa y público tenían de él ha cambiado en un año
Dentro de poco se cumplirá un año desde que Gareth Bale le diera el título de la Copa del Rey al Real Madrid, el segundo de la entidad en tres años. Fue el primer gran momento del futbolista galés en el club blanco. El fichaje estrella de la pasada temporada, traído por Florentino Pérez después de un largo verano y un eterno culebrón mediático. Aquel autopase sobre Marc Bartra, esa carrera enfilando la portería de Pinto y el tanto de pura potencia, su sello para emigrar desde una Premier League que le sigue añorando, son hoy apenas recuerdos de gloria en una afición madridista que no vive sus mejores días, al menos anímicamente. Tampoco Gareth.
Poco más de un mes después llegó su gol en Lisboa, un tanto que consumaba la conquista de la décima Copa de Europa. Bale lo había conseguido. Había logrado calar en los hinchas merengues y destacar en un fútbol muy distinto al que se juega en su tierra. Y todo ello después de un año en el que llegó lesionado y sin haber hecho pretemporada. Durante el curso futbolístico resultó ser un jugador capaz de mostrar múltiples recursos, sobre todo físicos, para hacer sobresalir sus capacidades de influir en los resultados más allá de ser determinante en el juego. Fue un hombre práctico más que espectacular. Marcó 22 goles y repartió 15 asistencias, cifras muy aseadas para un debutante sobre el que existían tantas dudas de adaptación. Además, exhibía confianza y capacidad de adaptación a una posición antinatural para él, la banda derecha, en la que era capaz tanto de regatear hacia el interior del campo para disparar con su hábil zurda o marcharse por fuera y a pierna cambiada. Algunos de sus pases de gol fueron con la derecha o con el exterior. Se veía una evolución.
Sólo existía un 'pero' en su rendimiento: El aspecto defensivo. Tanto es así, que Carlo Ancelotti, al cual ya le acosaban los problemas de equilibrio en los partidos importantes, tuvo que convencerle para replegarse en las fases defensivas del equipo y juntarse con Di María, Xabi Alonso y Modric en un 4-4-2, al igual que el italiano está intentando esta temporada. Bale cumplió en este apartado en las citas clave, como Lisboa o Mestalla y también en la eliminatoria de Liga de Campeones ante el Bayern de Guardiola. No tanto en el resto de la temporada, algo que, sin embargo, se resaltó muy poco.
¿Qué ha pasado entonces para que el galés esté en el ojo del huracán cada vez que se cuestiona la actitud defensiva del ataque madridista? Precisamente, su capacidad para influir. Si bien poco lo ha hecho en el juego combinativo del Real Madrid desde que llegó, sí en el plano productivo en cuanto a goles y asistencias. Bale promedia esta temporada 0,22 de estas últimas por partido, muchas menos que en la temporada 2013-2014 (0,44). Lleva menos goles (12 en la Liga) y es, de los diez primeros anotadores del torneo doméstico, el que tiene peor ratio de conversión de cara a portería (un 16 por ciento, según datos de Opta).
16% - Of the top 10 goal-scorers in La Liga this season, Gareth Bale has the worst shot conversion rate. Chart. pic.twitter.com/WmvSYYUaXo
— OptaJose (@OptaJose) marzo 23, 2015
Se esperaba mucho más de él incluso que el año pasado porque esta temporada estaría más adaptado a la Liga española y haría la pretemporada entera con el equipo, pero su falta de acierto en ataque ha dejado más al desnudo sus defectos en el plano defensivo. De haber mantenido sus estadísticas de la pasada campaña probablemente la visión de los medios y los aficionados no sería la misma, ya que inclusive el equipo podría haber sumado algún punto de los que ha perdido a base de seguir siendo letal en ataque, algo que no ha ocurrido desde el mes de enero de 2015. En el Camp Nou Bale fue de más a menos, pero estuvo mucho más generoso que de costumbre en defensa, probablemente igual que hace doce meses. No es eso lo que ha cambiado.