20 minutos en Sevilla que mostraron el divorcio Benítez-vestuario
En los instantes finales del choque en el Pizjuán se vivió una escena que hacía tiempo no se recordaba
Minuto 73 de partido en el Sánchez Pizjuán de Sevilla. Con un Real Madrid desquiciado en busca del empate, Fernando Llorente hace de cabeza el 3-1 para el conjunto hispalense y desata la locura en la grada. La sentencia de un duelo que empezó a decantarse de forma horripilante para los blancos desde que Ciro Immobile empatase en el primer tiempo. El Madrid se derrumbó después del 1-1 y en nigún momento supo cómo recuperar el buen juego que había mostrado hasta el tanto de Sergio Ramos, puro espejismo.
Como en Balaídos, el Real Madrid comenzó bien para terminar muy mal, con la diferencia de que en Vigo marcó dos goles que sentenciaron el choque de primeras, mientras que al Sevilla le dejó vivo, y eso en territorio hostil es demasiado peligroso. Pero ya son demasiados los encuentros en los que el equipo se desconecta y hace lo justo para ponerse por delante para luego acabar pidiendo la hora. Esta vez la pidió, sí... pero para evitar que le cayeran más goles en contra.
Especialmente duros fueron los últimos diecisiete minutos (más tres de descuento) que siguieron al gol de Llorente. Benítez se desgañitaba para intentar que los suyos volvieran a coger un orden que habían perdido incluso antes de que llegara el descanso, mientras los futbolistas bajaban los brazos sobre el césped. Ante el Celta o frente al PSG el pasado martes, partido donde el conjunto merengue se llevó la primera gran pitada del curso ante los suyos pese a la victoria (y choque en el que empezaba a verse venir lo de este domingo), pudieron decirse muchas cosas malas del Real Madrid, nunca que se abandonase y dejase de competir. Contra el Sevilla lo hizo. No se recuerda un final de partido en el que el equipo entregue la bandera de forma tan flagrante... en mitad de unos dolorosos 'Olés' por parte de la grada rival.
Un gesto por parte de los futbolistas que, sin duda, dará que hablar y que no habrá sentado nada bien en la cúpula del club. La afición observa cómo hay una desconexión progresiva de los jugadores y los métodos de un técnico, Benítez, que no acaba de implantarse pero que, sobre todo, no termina de convencer a los verdaderos protagonistas de todo esto. Ellos no acaban de verlo claro, no se divierten sobre el césped. Y si la plantilla no cree en él será difícil que el proyecto materialice. Y el Clásico es dentro de dos semanas.