La verdad de la 'Amenaza Fantasma' Mourinho: Una guerra que dura 3 años

La verdad de la 'Amenaza Fantasma' Mourinho: Una guerra que dura 3 años

Cuando el técnico portugués se marchó en 2013 parecía que se solucionaban los problemas. Ahora, sin embargo, se ha demostrado que no es así

A principios de esta semana, Florentino Pérez concedía una entrevista al programa radiofónico 'El Larguero' de la Cadena SER, y preguntado por José Ramón de la Morena sobre la posibilidad de que Jose Mourinho volviese al Real Madrid, el presidente blanco era ambigüo con el periodista: "A día de hoy no, en el futuro nunca se sabe". Puerta abierta al hombre que más guerras, polémicas y animadversiones generó en el madridismo en la última década, y que fue despedido por falta de títulos y por una fractura abierta entre él mismo y la plantilla que amenazaba con arrastrar a las altas esferas de la entidad. ¿Por qué siquiera considerar recuperarle, entonces?

 

La respuesta es bien sencilla: Florentino Pérez nunca fue partidario del todo de despedir a Mourinho, algo que incluso reconoció públicamente. A pesar de ser el entrenador "menos controlable" por la directiva y más independiente, siempre consideró que tenía a los futbolistas metidos en vereda y que con él no podía haber más disciplina en un vestuario que, por falta de control, fue el responsable de su 'huída hacia delante' allá por 2006, en la era tardía de los 'Galácticos'. Pero tuvo que hacerlo y traer a Ancelotti, un hombre de talante pacífico y paternalista, porque necesitaba calmar a los chicos. Siempre mantuvieron la disciplina hasta que todo se descontroló, en parte por tocar a una leyenda como Casillas. Pero el rumbo rígido duró tres temporadas, todo un mundo en un club como el Real Madrid.

 

La lucha entre la directiva y la plantilla por mantener un determinado nivel de 'libertad' y de autogestión ha sido una constante desde siempre en las etapas de Florentino en el Madrid. Es el peaje a pagar por juntar en un mismo grupo a las máximas estrellas, a los jugadores de fútbol más caros del mundo, con egos tremendamente complicados de controlar y de combinar. Ante semejante perspectiva hay dos caminos: o dejarles llevar la voz cantante con un entrenador de su cuerda (Ancelotti, Del Bosque) o meterles en cintura a la fuerza. Los títulos demuestran qué alternativa es mejor, a pesar de que a los mandamáses madridistas no les guste.

 

Ahora, deslizándose que Mourinho podría regresar sólo tres años después de haberse marchado (dos y medio, para ser más exactos), lo que el Madrid reconocería es que en su día claudicó ante la presión popular y la plantilla pero que nunca quiso hacer lo que hizo, demostrando en última instancia que el problema no tiene que ver entre jugadores y técnico, sino entre jugadores y directiva. Una diferencia de criterios que ha machacado y dividido al madridismo y que dura ya tres temporadas.