El ridículo del Barça en la gala de Zúrich que ensombrece la gloria de Messi
Ha sido uno de los temas más comentados en los pasillos de la fiesta del fútbol organizada por la FIFA.
De Barcelona a Zúrich hay exactamente 1 hora y 25 minutos de vuelo. Es decir, que como sucedió con Messi, Neymar, Iniesta y Alves, Luis Enrique pudo ayer hacer su trabajo por la mañana entrenando a sus jugadores, comer en su propia casa, coger el avión -vive muy cerca del aeropuerto- asistir a la gala en la que se le iba a nombrar mejor entrenador del mundo durante 2015, recoger el trofeo, dar las gracias, coger el avión de nuevo y llegar a su casa justo para cenar.
Todo eso pudo haber hecho ayer Luis Enrique. Pero no lo hizo. Prefirió quedarse en casa y ver por la tele cómo Robert Fernández se comía el marrón, recogía su premio y desde el atril justificaba su ausencia por "motivos profesionales". Y esa es la pregunta que anoche en Zúrich se hacía todo el mundo. ¿Qué motivos profesionales le retienen en Barcelona si la cita con el Espanyol no es hasta el miércoles y si la plana mayor de su plantilla está en Zúrich? ¿Necesitaba repasar los apuntes para que no se le olvide mañana lo que hay que hacer para ganar en Cornellà?
La explicación de Robert Fernández no convenció a nadie y la sensación que quedó flotando en el ambiente es que a Luis Enrique se le han subido los humos y que un ataque de soberbia le ha impedido mezclarse con el pueblo llano -en este caso la elite- del fútbol mundial. Y tan mal o peor que la imagen de Luis Enrique ha quedado la de su club, que ha dejado la percepción de que Luis Enrique vive su vida, a su aire, sin que nadie sea capaz de hacerle entrar en razones. Anoche tuvo lugar en Zúrich la gran fiesta del FC Barcelona y Luis Enrique se encargó de que quedara coja. En la foto de los triunfadores faltaba él.