Neville suelta la lengua tras la euforia de la goleada del Valencia al Rapid
El técnico aprovecha el 6-0 para reivindicar su trabajo con una sorprendente reacción ante sus futbolistas, de cara a este fin de semana
El Valencia ganó por 6-0 al Rapid de Viena en Mestalla en la que ha sido, sin duda, la noche más tranquila para los de Gary Neville en muchas semanas. Un triunfo fácil ante un rival sin apenas caché, que probablemente en Primera División tendría problemas para mantenerse según se ha podido leer en las crónicas -eso, siendo generosos- pero que al menos vale para soltarse los enormes nervios que llevan mucho tiempo carcomiendo psicológicamente a jugadores, técnico, club y aficionados en la ciudad del Turia.
Sin embargo, Neville, el hombre más vapuleado, cuestionado y hasta ninguneado en favor de tipos como el recién llegado Paco Ayestarán (cuyo aterrizaje se interpretó como una maniobra para apartar al inglés) ha aprovechado esta victoria para sacar pecho. De una forma seria y sorprendente, se soltó tras el triunfo y dejó claro en rueda de prensa primero y a sus jugadores en privado lo que pensaba de un partido como el de este jueves ante los austríacos.
"Este ha sido el mejor resultado desde que llegué al Valencia, pero no la mejor noche. No hay que celebrar victorias a mitad de la temporada. Tengo fe ciega en mis jugadores, que hoy hicieron una primera mitad estupenda, con confianza, fe y fantasía. Lo importante es el equilibro: no hay que volverse loco ni cuando ganas, ni cuando pierdes. Hay que verlo con tranquilidad y tratar de jugar igual de bien en el próximo encuentro. Asumo riesgos, protejo a este club y confío en todos mis jugadores, que además deben sentirse orgullosos de tener la oportunidad de jugar". Este podría ser el resumen de lo que piensa el ex del United, que ni mucho menos canta victoria ante lo que sabe será una constante lucha contra sus críticos de aquí al final de la temporada.
Eso mismo le dijo a los suyos en el vestuario. ¿Optimismo? Sí, pero nada de alegrías antes de enganchar una segunda victoria seguida en el campeonato doméstico. Sólo así podrán sacar el fútbol que llevan dentro. Tímido, y con problemas de comunicación, pero espoleado por la victoria, Neville intenta tomar el mando.