Luis Enrique tiene un serio problema de comunicación con sus jugadores

No hubo reacción alguna del técnico en el vestuario tras el tropiezo ante el Málaga y sigue sin hablarse con Leo Messi.

Luis Enrique tiene un serio problema de comunicación con sus jugadores

Luis Enrique tiene un serio problema de comunicación con sus jugadores. Su fuerte carácter choca frontalmente con unos futbolistas que no acaban de entender la obsesión de su técnico por imponer su autoridad. Consideran que su estatus de futbolistas de élite merece que su entrenador se gane el liderazgo del grupo convenciendo más que imponiendo. Pero Luis Enrique, que cuenta con un psicólogo de apoyo, Joaquín Valdés, rehuye el cuerpo a cuerpo, el razonamiento, las explicaciones y prefiere el silencio unido al ordeno y mando. Se trata de un método de trabajo que puede funcionar en equipos modestos, pero no en el Barcelona, en donde la gestión de los egos de sus estrellas es vital para conducir la nave a buen puerto.

La última gran sorpresa que se ha llevado el vestuario del FC Barcelona llegó al término del partido que enfrentó el sábado al equipo blaugrana frente al Málaga. Todos esperaban una bronca, una exposición de errores que justificaran la inesperada derrota. Nada. Ni una palabra. Silencio. La imagen que dio el equipo fue penosa, con cuatro disparos a puerta en todo el partido y una disposición táctica caótica. Pero no hubo reprimendas. Esta ausencia de diálogo es especialmente preocupante con los cracks. Con Leo Messi o Neymar. Hay quien piensa que el pobre rendimiento del argentino ante el Málaga no fue más que la respuesta al "desmentido" a sus palabras en las que afirmaba que se produjo un cambio en el equipo a raíz de la derrota de Anoeta. Messi dio a entender que ese día el vestuario se conjuró para salir adelante. Y en su explicación no incluía al entrenador, tratando de explicar que estábamos ante un nuevo periodo de "autogestión". Las posteriores palabras del entrenador negando esta situación y afirmando que la reacción se debía a "un proceso normal de la evolución del equipo a lo largo de la temporada" podría haber encendido a Messi, que habría dejado la suerte del partido en manos del "proceso de evolución del equipo". Y pasó lo que pasó.

Es evidente que el Barça de Luis Enrique depende, y mucho, del rendimiento de Leo Messi. Y es evidente, también, que no existe sintonía entre Messi y su entrenador. Josep María Bartomeu ha intentado ejercer de mediador, consciente de que este divorcio puede arrastrar al equipo al desastre. Pero Luis Enrique, obcecado en conservar su posición del líder del grupo y no está dispuesto a ceder un centímetro de poder a Messi en el vestuario. Su problema es que el resto de jugadores van uniéndose al crack argentino en esta disputa. Ante el Málaga, como avanza el diario Sport, las decisiones de Luis Enrique generaron desconcierto. El cambio de Iniesta causó estupor cuando más necesitado estaba el equipo de jugar entre líneas y la entrada de Mascherano por Alves fue la gota que colmó el vaso de la paciencia de los jugadores.

Las rotaciones de Luis Enrique también generan perplejidad, especialmente en Messi, que quiere jugar siempre con los mejores. El crack argentino se solidariza con los disgustos de Neymar cada vez que le sustituye, tampoco ve con buenos ojos los cambios de Alves y su situación en el club. Dani Alves es uno de los jugadores que mejor saben buscar y encontrar a Leo Messi para que su fútbol brille. Como Pedro, como Xavi y como Iniesta. Pero los cuatro están señalados. Unos por el entrenador y otros por el club cuestionando su continuidad.
 
El Barcelona se adentra en la fase decisiva de la competición en Liga, Copa y Champions League. Y lo hace con muchas dudas. Se echa en falta la intervención del presidente ejerciendo como tal y poniendo orden en un gallinero que no se ha desestabilizado precisamente por juntar en él a dos gallos como Messi y Neymar. El problema de gallos viene dado por Luis Enrique y Messi. Al técnico le está costando aprobar la asignatura de la mano izquierda y alguien tiene que aplicar soluciones a un tema que aún está a tiempo de ser reconducido.