¿Por qué algunos suplentes del Real Madrid están tan a gusto sin jugar?
Algunos jugadores blancos han hecho del banquillo una forma de vida en la que parecen sentirse como pez en el agua
En cualquier equipo que todos los jugadores sepan el once titular a priori no es muy bueno para fomentar la competencia. Como tampoco lo es que los que calientan banquillo no se quejen.
Salvo por los mosqueos de Jesé ahora que no le dan ni bola, Varane, que amenaza con irse si sigue tras la estela de Pepe/Ramos, y un Isco al que le prometieron ser "innegociable" en el once sin serlo, no hay ningún otro que se queje.
Chicharito ha vivido a cuerpo de rey en el Real sin abrir la boca hasta que ha visto que el Madrid no hacía efectiva la cláusula de compra y debía volver al escaparate europeo en busca de nuevo destino. Illarramendi da la sensación de haberse acomodado con la gran ficha que cobra (como es lógico para un jugador por el que pagan más de 30 millones de euros) y no porfía por un puesto. Khedira está fuera del Real el 1 de julio. Arbeloa va haciendo las maletas, como Coentrao, que ha aparecido y desaparecido de las convocatorias alegando problemas médicos sin parte alguno y que se han convertido en el hazmerreír de Valdebebas. Nacho ha terminado siendo un comodín de lujo. Y a Lucas Silva ya le buscan una cesión.
Ancelotti confía en los que confía. Solo las circunstancia le obligan a dejar su suerte en manos de unos suplentes que le han puesto las cosas muy fáciles a Carletto. Además, el italiano advirtió que esta plantilla estaba descompensada porque en su once de intocables jugaba con tres media puntas en el sitio de tres centrocampistas. Los fichajes de Carlo para el presente curso no eran los que han sido. Al igual que la bajas. El último ejemplo, la llegada de Lucas Silva: ni lo pidió, ni lo quiere. Illarramendi, igual.
Prueba de la poca competencia en los recambios es que el Real Madrid es uno de los equipos que menos emplea a su segunda línea, que a su vez presenta una escasa importancia y trascendencia en el juego. La gran mayoría de los futbolistas que hacen su salida desde el banquillo no influye de forma positiva en el equipo. Al contrario. Un dato explica muchas cosas: solo 10 % de los goles del equipo han llegado de las botas desde el banquillo. Y en varias ocasiones han sido jugadores teóricamente titulares que habían rotado.
La confianza de Ancelotti es proporcional al rendimiento de sus suplentes: el Real Madrid es el tercer equipo que menos usa a su segunda línea. Solo Elche y Celta utilizan menos a los jugadores de su banquillo. No solo eso: además, los cambios de Ancelotti se producen tarde. La mitad de las sustituciones ordenadas por el de Reggiolo tienen lugar en el último cuarto de hora de los encuentros y son para perder tiempo ante un resultado favorable o para dar descanso a los cracks.
El poco apego de Ancelotti por las rotaciones y el rendimiento del banquillo tienen como consecuencia una ausencia de soluciones desde la banda, pero, y sobre todo, la falta de motivación/predisposición de un banquillo que se ha acomodado en el Real. Ante el Atlético, el Madrid estará en manos de algunos de estos futbolistas que han hecho de la suplencia una forma de vida.