El gran fracaso (hasta ahora) de Monchi en los mercados de invierno
El director deportivo del Sevilla va a tener mucho trabajo estas Navidades.
Ramón Rodríguez Verdejo, ‘Monchi’ para los amigos, está en el primer plano de la actualidad del Sevilla en las últimas semanas. El director deportivo del club hispalense ya no oculta su deseo de abandonar la entidad al final de la temporada, algo que sin duda supondrá un terremoto institucional que, de momento, el propio Sevilla sigue tratando de evitar contra viento y marea. Pero, además, antes de irse (o no), Monchi tendrá que volver a ser protagonista por otra historia: los fichajes que el equipo necesita en el mercado de invierno.
Y es que el equipo dirigido por Jorge Sampaoli está cumpliendo con creces respecto a los objetivos marcados esta temporada, salvo por las dos derrotas en ambas Supercopas en verano. Sin embargo, en estos primeros meses de competición se ha evidenciado que hacen falta un delantero centro (sobre todo) y también un centrocampista más. En eso está ahora el director deportivo, que además tiene ante sí un reto interesante.
Según cuentan los compañeros de Estadio Deportivo, fichar un delantero en el mercado de invierno es de las pocas cosas en las que Monchi no suele acertar. Pocas veces ha tenido que hacerlo, pero en las que se ha visto obligado no ha tenido demasiado buen tino, salvo por una excepción: Alekxander Kerzhakov, delantero ruso fichado en diciembre de 2006, y que arrancó 7 goles en la segunda mitad de la temporada 06/07, llegando hasta los 11 en total en un periplo de temporada y media en el equipo.
Los otros dos atacantes firmados por el ‘capo’ deportivo del Sevilla en Navidad no resultaron. El griego Machlas, que aterrizó en 2003 procedente del Ajax como Bota de Oro, apenas jugó 14 partidos con Joaquín Caparrós (solo uno como titular) e hizo dos goles antes de marcharse en junio de ese año. Y Babá Diawara, ariete senegalés que fue fichado en 2012 y apenas hizo cuatro dianas en campaña y media. El problema de rendimiento de los delanteros se extiende a otros casos, como el del rumano Rusescu. Sin duda, su asignatura pendiente.