Las cenizas del derbi señalan al Cholo: su futuro más incierto en el Atlético

Las cenizas del derbi señalan al Cholo: su futuro más incierto en el Atlético

Sorprendentes las críticas no solo de madridistas y culés, sino también de muchos aficionados rojiblancos hacia el argentino.

A día de hoy, Diego Pablo Simeone sigue siendo casi un Dios para la inmensa mayoría de los aficionados del Atlético de Madrid, pero su aura empieza a sufrir un serio desgaste.

 



El 0-3 en contra del Real Madrid en el último derbi de Liga en el Calderón que quedará para la historia también supone, probablemente, su peor derrota como técnico rojiblanco en seis temporadas, incluso más dura que las dos finales de Champions perdidas. Esta vez no hubo mala suerte ni ninguna pesadilla en forma de gol terrible en el último suspiro. La exhibición táctica de los blancos destrozó el guión de un Atlético al que pocas veces hemos visto sucumbir sin plan ni recursos bajo la batuta del argentino.

 

Caer ante el eterno rival en tu propio estadio, en un partido señalado al que el Atlético llegaba incluso como favorito no solo por su condición de local, sino también por las bajas merengues y el excelente estado de forma que, aparentemente, arrastraba la mejor línea de ataque conformada por el equipo colchonero en décadas, deja clara una corriente que ya existía antes del encuentro pero que a partir de la derrota se ha hecho visible: El Cholo ha intentado variar lo que le funcionó durante años, aquello con lo que pudo acuñar su histórica frase en los mejores días del equipo: "Molestamos". Este Atlético quiere mantener la intensidad pero cambiar el juego defensivo por el ofensivo, la garra por la posesión y la agresividad por lo artístico. Pasar de ser grande por correoso a grande por estilista. Por ahora no lo está consiguiendo.

 

Simeone y Gil Marín

 

Es la tercera derrota en cuatro partidos, hablando de la Liga. A la que hay que sumar un milagro en forma de victoria por la mínima y en el minuto 93 (qué ironía) en Europa y frente al modesto Rostov. No hay muchos seguidores colchoneros que ya no se pregunten qué está pasando dentro de ese vestuario. Y lo peor es que algunos creen que ni Simeone lo sabe. En lo que sí coinciden la mayoría es en que no les gusta, paradójicamente, este intento de ser un equipo alegre y ofensivo. Preferían la versión antigua del sistema del técnico argentino. Los resultados tampoco le avalan el cambio: Es el peor arranque liguero del Atlético de Simeone, con solo 21 puntos conseguidos de 36 posibles.

 

Las dudas sobre su continuidad en el club tras la final de Milán fueron un serio revés para la moral de todo el mundo rojiblanco. Finalmente Simeone se quedó, pero aquella fotografía de reunión improvisada en Buenos Aires, con Gil Marín consiguiendo convencerle a costa de una sospechosa reducción de contrato de 2020 a 2018 y promesas (algunas, todavía inclumplidas) de atender sus demandas sobre fichajes dejaron clara una cosa: Por su cabeza ya pasaba la idea de que estaba llegando el final, de que este maravilloso recorrido empieza a flaquear. Y son cada vez más los que temen que, desde todo ese circo veraniego, ni Simeone ni su Atlético de Madrid son ya los mismos.