¿Por qué Xavi no va a marcharse tan contento del Barcelona como merecía?
El capitán ha vivido un interminable tira y afloja en la condiciones económicas de su salida y le ha dolido que Bartomeu insistiera en que su papel en el equipo sería aún menor la temporada que viene
Xavi Hernández no tendrá del todo la despedida con la que soñaba. El capitán azulgrana ha decidido poner fin a su etapa en el Barcelona y marcharse a Qatar. Este jueves hará pública su decisión. El próximo sábado, en el encuentro ante el Deportivo, recibirá el calor del público de la que ha sido su casa durante las últimas 17 temporadas, desde que debutó en el primer equipo de la mano de Louis van Gaal en la campaña 1998-99. A pesar de tantos años de servicio al club, las negociaciones de las condiciones económicas de su salida no han sido fáciles. En absoluto. El centrocampista quería cobrar el año que todavía le resta de contrato. Un punto en el que se ha encontrado con la negativa frontal de la junta.
Desde el entorno del futbolista no entienden por qué se ha acabado llegando a estos extremos. Sobre todo, porque el compromiso del jugador con el Barcelona ha sido del todo incuestionable a lo largo de su etapa en la entidad. Entienden que, en el momento de la verdad, los máximos responsables de la entidad no han sabido estar a la altura de las circunstancias. Hubo incluso un momento en el que al jugador le asaltaron las dudas. Estuvo a punto de dar marcha atrás y quedarse hasta el final de su compromiso, que expira el 30 de junio del año que viene. No obstante, no le sentaron demasiado bien las palabras del presidente, Josep Maria Bartomeu, quien le transmitió que, de seguir, sería un parche, hasta que el club pueda hacer efectivos nuevos fichajes. Su papel en el equipo sería incluso menor que el que ha tenido este año, a pesar de que, en las ocasiones en que Luis Enrique le ha dado el bastón de mando, su rendimiento ha sido tan bueno como de costumbre.
Ahora, ya no hay marcha atrás. La decisión está tomada. Xavi dejará el club con un sentimiento agridulce. No sólo por marcharse de casa, sino también por las inesperadas dificultades que se ha encontrado a la hora de materializar su dolorosa decisión.