La brecha (brutal) abierta entre Zidane y Florentino Pérez: ¡Que se preparen en el Real Madrid!

Entrenador y presidente van de la mano absolutamente en todo, aunque eso seguramente cambiará en cuanto la temporada toque a su fin en junio, y sean cuales sean los resultados del equipo blanco.

La brecha (brutal) abierta entre Zidane y Florentino Pérez: ¡Que se preparen en el Real Madrid!

De las decisiones que se tomen este verano en el Real Madrid, que a buen seguro van a ser muchas, y bastante importantes, dependerá mucho lo que pueda conseguir el equipo sobre el césped en los meses que quedan de temporada. Y lo cierto es que lo que se puede lograr ya, a día de hoy, es poco, pero enormemente relevante. Sin opciones en la Copa del Rey, y con la Liga virtualmente más que perdida, la decimotercera Champions League asoma en un horizonte todavía lejano, pero algo menos borroso que hace unos días, después de ese 3-1 esperanzador que reconcilió a equipo y afición en el Santiago Bernabéu el pasado miércoles.

 

Está claro que ganar de nuevo la Liga de Campeones, por muy mala que haya sido la temporada en la competición doméstica y en el torneo del KO, sería un éxito mayúsculo para el club, para los futbolistas y, por supuesto, para Zinedine Zidane, que sin embargo podría abandonar el club nada más terminar la temporada, tal y como contamos en DB este sábado, aunque esto es otra historia. El máximo entorchado Continental tapa prácticamente cualquier fracaso deportivo en una temporada modelo, y si hablamos de esta, en la que el crédito del cuerpo técnico y la plantilla ya eran muy grandes debido al doblete del año pasado, y a la Champions del anterior, más todavía. Y no conviene olvidar que estaría aderezado por dos Supercopas y un Mundial de Clubes, torneos menores, sí, pero que siempre suponen una guarnición de lujo para acompañar un plato principal.

 

Pero hablábamos de reconciliación del Bernabéu con sus jugadores, y en este aspecto, hay determinados detalles de ese perdón por parte de la grada que deben apartarse y ponerse en cuarentena. Uno de ellos es, sin duda, el que incumbe a Karim Benzema. Sólo una vez llegó a silbar el estadio madridista a su equipo el pasado miércoles, y fue en una jugada en la que el delantero francés falló en un centro y mandó fuera el esférico. Karim había hecho un partido correcto, cumpliendo su función de abrir espacios, moviéndose entre líneas y asociándose con los centrocampistas y con Cristiano Ronaldo. Pese a ello, el coliseo merengue volvió a no dejarle pasar ni una. Y eso que estuvo muy cerca del gol, con una de las acciones más bonitas del partido. Un disparo potente y ajustado que obligó a Areola a lucirse con un paradón.

 

Benzema

 

Benzema llevará, seguramente, a Zidane (si se queda) y a Florentino Pérez a una discusión (deportiva, por supuesto, nunca personal) este verano. El técnico francés le sigue defendiendo a capa y espada, y refrenda ese discurso con titularidades constantes que cada vez desgastan más la relación de Karim con la grada. Empieza a parecer una situación sin solución, o al menos, un divorcio tan enquistado como religiosa es la actitud de Zizou al confiar a ciegas en un hombre que, por muy bien que lo haga en el resto de aspectos del juego, no deja de llevar dos goles en Liga esta temporada, números que hacen inadmisible la titularidad de cualquiera que pretenda ser el ‘9’ del Real Madrid.

 

Y el caso de Benzema, cuestionado y observando por el retrovisor cómo cobra fuerza la lista de posibles sustitutos para él en un verano que, incluso si se gana la Champions, apesta a renovación parcial y ‘galáctica’ del plantel, podría extrapolarse a otros cracks de la plantilla. El abrazo de Marcelo con Zidane nada más marcar el 3-1 ante el PSG y las explicaciones del brasileño en posterior ‘canutazo’ ante la prensa enmarcan muy bien el problema que se le viene encima a Florentino Pérez. El técnico volverá a defender a sus jugadores a capa y espada en junio, negando al máximo fichajes y salidas. Pero la inercia parece hacer entender que el presidente detectó hace tiempo que el equipo necesita un vaivén para mantener una regularidad que ha perdido. Es una brecha que parece estar lejos de cerrarse.