Los motivos por los que el Madrid tendrá que recular con su órdago a Ramos

Por mucho que se quieran comparar, el caso del capitán no es como los de Özil o Di María...

Los motivos por los que el Madrid tendrá que recular con su órdago a Ramos

Cada día que pasa vivimos un nuevo capítulo en el culebrón Sergio Ramos. Las últimas informaciones apuntan a una conversación entre el Real Madrid y el futbolista, más concretamente entre el presidente Florentino Pérez y el central de Camas, pese a que desde el club lo niegan. En dicho encuentro telefónico, el mandatario le habría pedido calma al central "tranquilo, a la vuelta hablamos". Ya saben, lo que contamos ayer en DB: Menos tensión y menos filtraciones a la prensa. El sevillano, por su parte, le habría dicho que de acuerdo, pero que escuche ofertas.

 

Unas ofertas que no llegan de forma oficial a las oficinas del Bernabéu, pese a que en Inglaterra aseguran que el Manchester United ya ha hecho una primera tentativa de 50 millones de euros -rechazada por el Madrid- y que estará dispuesto a llegar a los 70 'kilos'. El motivo principal del problema entre el club y Sergio Ramos seguiría siendo el trato recibido, según el jugador, hacia él, además de un progresivo deterioro de sus relaciones con el presidente y también la cuestión salarial. No todo se arreglaría con dinero, pero llegar a los diez millones de euros sería un paso.

 

El Real Madrid no quiere romper sus planificadas tablas salariales más de lo debido y es verdad que existen precedentes que invitan a pensar que al presidente no le temblará la mano. Cracks como Di María u Özil ya lo experimentaron en sus propias carnes, pero el caso de Sergio Ramos es diferente porque el perfil y el peso del defensor le hacen ser más especial. Florentino lo sabe. Y esa es la baza por la cual muchos abogan por que al final habrá acuerdo.

 

Ramos es insustituible. El motivo principal por el cual el club se lo pensará dos veces antes de aceptar una millonada por Sergio es que su caché es inigualable. Aun admitiendo que quizá haya algún central en el mercado capaz de llegar a su nivel, la simbiosis del andaluz con el Real Madrid desde hace diez años le convierte en un jugador absolutamente imposible de reemplazar. Sería como dejar marchar 'al Cristiano Ronaldo de la defensa'. Nicolás Otamendi es el elegido si finalmente el sevillano se marcha, pero ni siquiera el argentino tendría tal nivel de implicación con el equipo y el club. Özil o Di María eran jugadores buenísimos, difíciles de sustituir, pero con recambios -más caros o más baratos- en el mercado. Ramos no.

 

Las nefastas consecuencias para el vestuario. Pese a todo, hay que señalar también que el jugador no tiene toda la razón. Seguramente muchas de las formas a través de las cuales ha presionado a la entidad no son las correctas y otra causa por la que el Madrid teme desprenderse de él es cómo reaccionaría el resto de la plantilla, en la que Sergio es uno de los principales líderes y portavoces. No sólo ejerce como capitán muchas veces, sino que es de los que ayuda a los nuevos a integrarse. Dicen que el mismo Cristiano ya le ha llamado para mostrarle su apoyo. En una simple cuestión de practicismo, ¿qué haría el club si se enfrenta a que por decidir vender a un jugador quieren irse después tres, cuatro o cinco más de la plantilla?

 

Un peligro para la directiva. Se acabaría perdiendo calidad y competitividad ante una temporada difícil, que puede acabar en cisma mayúsculo si no se gana algo importante. No es caciquismo, es llegar a un entente de cordialidad con quienes son, en realidad, los protagonistas del club, los futbolistas. Y el presidente lo sabe. Él también se juega mucho esta campaña. Tras confiar en Pellegrini primero y en Mourinho después en un giro radical de estilo y formas de gestión con el vestuario, volvió a cambiar de plan con Carlo Ancelotti y ahora se ha expuesto más que nunca al despedir al italiano y contratar a Rafa Benítez, un técnico algo impopular entre la afición y otra vez de marcado estilo defensivo, lo contrario a 'Carletto'. Vaivenes que desnudan su gestión, aderezada por los motivos que esgrimió al despedir al arquitecto de la décima: "No lo sé, pero hacía falta un nuevo impulso". Un enfrentamiento con los jugadores podría llevarle a la misma situación por la que tuvo que marcharse en su primera etapa.