Las contradicciones que descubren el pánico en el Madrid con Cristiano

Las contradicciones que descubren el pánico en el Madrid con Cristiano

Desde que se marchó del terreno de juego antes de tiempo ante el Villarreal, nada ha estado claro, pero había cosas evidentes que el club ha intentado pasar por alto.

Cuando Cristiano Ronaldo decidía irse del partido que el Real Madrid ganaba por 3-0 ante el Villarreal en el que él no había marcado, acababa de intentar una chilena imposible que reflejaba claramente lo que siente y sufre cuando no es protagonista. Un remate que buscaba dejar su sello en el encuentro de alguna manera. No encontró ese tanto que quería y, además, sintió un dolor muscular que le asustó. Mucho. Tanto, que hablamos de que el deportista más ambicioso, incansable y enfermo (entiendan la palabra en el buen sentido, el del sacrificio y la constancia) de su profesión tomaba el camino de los vestuarios con todos los cambios agotados, dejando a su equipo en inferioridad numérica y sin consultarlo con el entrenador, que le miró atónito mientras encaraba el túnel hacia las duchas. No nos equivocaremos mucho si afirmamos que, para que Cristiano haga eso, es que algo notó y algo se temía.

 

La reacción inmediata del Real Madrid fue, no obstante, no informar. No denunciamos este detalle como algo noticioso, porque es lo que tanto el conjunto blanco como ya la inmensa mayoría de clubes de élite suelen hacer cuando se lesionan sus estrellas. Es una especie de táctica añadida al ya establecido oscurantismo que rodea las entidades, que temen de forma casi paranoica que cualquier atisbo de información privilegiada otorgue ventaja a sus rivales. Mientras Cristiano se hacía fotos en redes sociales asegurándole al pueblo que todo estaba “bien”, el debate se centró en si debía jugar o no en Vallecas, dándose por hecho que estaría en la ida de semifinales de la Champions League contra el Manchester City. Un tipo que se juega la rodilla si es preciso para estar en el campo, algo que ya hizo varias veces en distintos finales de temporada con el Real Madrid, poco menos que debía quedarse sin pierna para no jugar ese choque.

 

Cristiano Ronaldo

 

Pero esta vez ha sido distinto. Zidane le paró los pies (dice) ante el Rayo porque quería forzar, e hizo lo mismo este martes. Ahora se filtran rumores de que lo que se dijo oficialmente sobre una “sobrecarga” (el club informó al día siguiente, después de que el futbolista pasase una prueba) ahora puede ser rotura. Cristiano no puede evitar ser sincero cuando sabe que todas las cámaras le captan, y suelta la confirmación de que lo que tiene no es ninguna tontería (“si fuese una final jugaría”) y ahora se plantea el escenario de pensar que podría no estar tampoco en un partido de vuelta peligroso ante el Manchester City. Un panorama inquietante.

 

En esta ocasión, el oscurantismo no ha funcionado con Cristiano Ronaldo. Primero, porque su carácter es tan de sobra conocido que no cuela que se marchase del campo motu propio sólo por precaución; y después, porque asegurar que estaría en el Etihad y descartarle incluso para el banquillo una hora antes del partido supone dar pie a que la opinión pública piense que los servicios médicos merengues no dan la talla. Estaba claro que algo tiene y quizá hubiera sido menos tenso para el aficionado haber afirmado de primeras que lo tenía complicado para llegar, que el equipo debía acostumbrarse en este final de temporada a vivir sin Cristiano. Porque quizá sea lo que vaya a tener que hacer, guste o no. Con la particularidad de que en vez de verlo venir, ha pasado de forma brusca.