Carlo Ancelotti provoca lo inevitable: el vestuario se parte en dos
Malas vibraciones desde dentro, donde hay la sensación entre los jugadores de que existen dos equipos
Ayer el Osasuna hizo un fantástico ejercicio de resistencia. El equipo de Jagoba Arrasate es un bloque muy solidario, con las ideas claras, muy trabajado, capaz de resistir sin fisuras el juego incesante del Madrid por bandas y de achicar aguas sin recibir excesivo peligro claro. Sí, Osasuna sufrió en el Bernabéu, como no, pero también tuvo sus opciones y sacó un punto justo a tenor de su enorme trabajo defensivo… y de una facilidad que empieza a mostrar el equipo de Carlo Ancelotti.
El técnico italiano dijo en la previa del partido ante el cuadro rojillo que el problema de Eden Hazard es que había un entrenador que confiaba en otros jugadores, y nada se le puede rebatir al respecto al transalpino, salvo, claro está, cuando su plan A no sirve, no funciona. Como ayer. También comentó recientemente el míster italiano que tiene claro que el Madrid ha de jugar con un 4-3-3 y, de nuevo, tampoco se le puede llevar la contraria al preparador del Real Madrid… salvo cuando este esquema no funciona. Como ayer. Ambas cosas toparon con el mismo muro infranqueable este pasado miércoles y Ancelotti no supo responder.
Vale que Vinícius y Benzema han estado fantásticos esta temporada, pero no dosificarlos, especialmente al francés, ya pasa factura al equipo y a los dos jugadores: el galo estuvo impreciso y cansado en Barcelona, también ayer. Por otro lado, hay un problema muy recurrente en Ancelotti que se repite partido tras partido y que ha roto al vestuario en dos: siempre confía en los mismos. Ayer, con Osasuna bien cerrado, el choque pedía gente habilidosa que supiera asociarse entre líneas, caso de Hazard, pero de nuevo el cambio llegó tarde y mal planteado, pese a que algunos medios tensaran más la cuerda sobre un belga que no tuvo culpa ninguna de la incapacidad blanca frente a los navarros. Tampoco se entendió la sustitución de Mendy y el incesante juego por bandas, con balones colgados continuamente al área sin rematadores fijos más allá de un Benzema que ya da muestras de agotamiento.
Señalados, los de siempre
En suma, en la tarde noche del miércoles el partido pedía un cambio de cromos y Ancelotti no se lo dio. Sustituyó, señalándole, de nuevo a Eduardo Camavinga o no dio minutos a Jovic, perfecto para recoger balones colgados al área. Por otro lado, Ancelotti ha fulminado a Nacho Fernández, cuya puesta de largo parece más convincente por el carril derecho que la de un Lucas Vázquez errático; por no hablar de que los canteranos han desaparecido de sus planes: a Miguel Gutiérrez ya le supera hasta Marcelo y Antonio Blanco, llamado al principio de temporada a dar descanso a Casemiro, ha jugado solo 30 minutos en toda la campaña. De Lunin (ayer era un buen momento para darle minutos con un Courtois tocado), Jesús Vallejo, Mariano y el resto de canteranos mejor no hablamos...
Sí, Ancelotti agotó en su primera etapa en el Real Madrid a los teóricos titulares del equipo, a los que ahora tampoco da descanso; cansó a los suplentes, a los que no da oportunidades y fijó su idea de juego en un sistema tan férreo que terminó por romperse en base a su estatismo. Pues bien, el nuevo Madrid de Ancelotti entona la misma melodía con una plantilla bastante amplia.