Blas de Lezo tiene a Leonor bajo tratamiento desde que zarpó de Canarias por un problema agravado en Zaragoza
La formación militar no está haciendo feliz a Leonor

Desde que era bien pequeña, Leonor ha tenido su camino más que marcado. Por el simple hecho de ser la hija de Felipe VI y, por ende, futura Reina de España, Leonor siempre supo que antes de seguir adelante con su formación académica, tendría que seguir los pasos de su padre y formarse militarmente en los tres ejércitos de la Armada: el de tierra, mar y aire. Un plan que nunca le ha hecho especial ilusión a la Princesa de Asturias, que nunca ha tenido interés alguno en formarse a nivel militar como ya lo hizo su padre.
Fue por este motivo que, nada más entrar a la academia militar de Zaragoza, Leonor comenzó a desarrollar importantes problemas psicológicos. La frustración de no poder seguir adelante con su vida y tener que desperdiciar varios años de su vida realizando una formación militar que no le importa en absoluto, es algo que ha hecho mucho daño a la Princesa de Asturias, que para poder superar esta situación, tuvo que recurrir a ayuda y tratamientos psicológicos.
Ni en alta mar deja a sus psicólogos
La realidad es que contar con ayuda profesional ha sido lo que ha salvado a Leonor de acabar muy afectada anímicamente. Una situación que la ha llevado a recibir terapia sea como sea y en el lugar que sea. Es por este motivo que incluso a bordo del Blas de Lezo, Leonor recibe llamadas diarias de parte de un equipo de psicólogos, los cuales la están ayudando a hacer frente a una segunda aventura marítima.
Y es que si ya fue complicada la travesía a bordo de Elcano, el hecho de subirse al Blas de Lezo, apenas una semana después de haber llegado a España es algo que no le ha sentado nada bien a una Leonor que no quiere saber nada más del ejército de mar. Pues el viaje en Elcano la llevó por el camino de la amargura.
Así pues, para mantener estable a Leonor, Zarzuela le ha puesto un equipo de psicólogos a su plena disposición y con los que se pone en contacto de forma muy regular, incluso a bordo del Blas de Lezo.