Carlos III le ha explicado al Príncipe Guillermo como quiere que sea su funeral
El mayor miedo de Carlos III es el de ser olvidado
El estado de salud actual de Carlos III no invita a nadie a ser optimista. Los últimos resultados médicos reflejan que los tratamientos para paliar los efectos del cáncer no están teniendo efectos sobre el monarca inglés. Una situación que, tal y como han ido contando los medios ingleses, ya ha hecho que Carlos III comience a asumir que su estancia en el trono de la Casa Real de Gran Bretaña está cada vez más cerca de su final. Marcando así, un punto final a un reinado especialmente corto para el sucesor de Isabel II.
En este sentido, según hemos podido saber, el mayor miedo de Carlos III respecto de su delicado estado de salud no es que su vida corra peligro, que también, sino el hecho de que con el paso de los años, su reinado va a ser olvidado rápidamente, ya que, salvo un giro de guion muy inesperado y milagroso, su reinado va a ser todo lo contrario al de su madre. Breve y muy poco trascendente.

Carlos III se niega a dejar su puesto
Es por este motivo que Carlos III sigue con su decisión de seguir en el trono más que clara. No quiere ser olvidado tan rápidamente y que si lo recuerdan por algo sea por la brevedad de su reinado. Por esta simple razón está tan decidido a seguir siendo el Rey de Inglaterra hasta el final de sus días en lugar de pasarle el testigo a su hijo. Un Guillermo de Gales que sí que se ha preparado para tener un reinado mucho más largo y relevante en la historia del país.
Carlos III quiere un funeral digno
Además, si hay algo que no le gustaría nada a Carlos III, es el hecho de tener un funeral sobrio y olvidable. Cree que su papel como Príncipe de Gales también merece su reconocimiento y no quiere que su figura quede en el olvido para siempre. Por eso ha pedido que su funeral sea de gran calibre y con ceremonias de Estado.
Así pues, el miedo a ser recordado como el reinado más breve de Gran Bretaña y por lo poco que ha hecho en los años en los que ha estado al frente de la Casa Real, es lo que hace que Carlos III se niegue a abdicar.