Carlos III suplica ver a Archie y a Lilibet antes de morir

Carlos III no soportaría morir sin ver a todos sus nietos

Carlos III suplica ver a Archie y a Lilibet antes de morir

El momento más oscuro ha llegado para Carlos III. A sus 76 años, el monarca británico libra una batalla feroz contra el cáncer que consume su energía y pone en jaque su reinado. Pero más allá de la enfermedad, hay una herida invisible que sangra cada día: la distancia con sus nietos Archie y Lilibet, a quienes apenas ha tenido en sus brazos desde su nacimiento. Ahora, consciente de que el reloj corre en su contra, habría lanzado una súplica directa a su hijo Harry: traer a los pequeños a Londres antes de que el destino le arrebate la oportunidad de despedirse.

Y es que, desde que Harry y Meghan Markle decidieron dar un portazo a la Casa Real y refugiarse en Montecito, las ocasiones para un reencuentro familiar han sido casi inexistentes. Meghan mantiene firme su postura: el entorno palaciego es tóxico, y sus hijos deben permanecer alejados de él. Una determinación que, según fuentes cercanas a Palacio, hunde aún más el ánimo del rey. La idea de marcharse sin haber tejido un vínculo real con Archie y Lilibet lo atormenta, y por eso, en sus últimas conversaciones con Harry, la petición ha sido clara y urgente.

HArry

Harry, entre la espada y la pared

De este modo, el príncipe se encuentra atrapado en una encrucijada imposible. Por un lado, proteger a sus hijos de un ambiente que su esposa considera dañino. Por otro, el peso emocional de concederle a su padre el que podría ser su último deseo. Mientras esta tensión familiar crece, la salud de Carlos III se deteriora ante los ojos del mundo. Sus recientes apariciones públicas han mostrado un rostro más pálido, un porte más frágil y un cansancio que no puede ocultar. Incluso voces como la del experto real Phil Dampier han insistido en que el soberano debe reducir drásticamente su actividad oficial.

La realidad es que, según reveló Concha Calleja en el programa Fiesta, la situación médica es mucho más grave de lo que el Palacio admite. “El cáncer no ha remitido y debe continuar con la quimioterapia”, aseguró, desmontando la versión tranquilizadora que llega desde Buckingham. Las visitas a la London Clinic, intermitentes en las últimas semanas, serían solo la punta del iceberg de un tratamiento agotador que el rey sigue con disciplina, aunque con resultados inciertos.

Así pues, entre la fragilidad física y la pena emocional, Carlos III enfrenta el que quizás sea el capítulo más humano y desgarrador de su vida. Una lucha que ya no se libra únicamente contra la enfermedad, sino también contra el tiempo, con el amor de sus nietos como último anhelo antes de que caiga el telón.