Carlos III traicionó a sus hijos por Camilla Parker Bowles
El Rey de Inglaterra puso por delante el amor de Camilla al de sus hijos
El libro Spare del príncipe Harry abrió una herida que nunca llegó a cerrarse en la monarquía británica. Allí se desveló uno de los episodios más dolorosos y menos conocidos de la familia real: aquel momento en el que dos hijos, destrozados por la tragedia de perder a su madre, pidieron a su padre que no se casara con Camilla Parker Bowles. No era un simple capricho. Era una súplica desesperada, nacida del dolor y de la memoria de Diana de Gales.
Y es que tanto Guillermo como Harry veían en Camilla algo más que a la nueva pareja de su padre. Para ellos, era el rostro de la traición que había marcado el matrimonio de Carlos y Diana. Lejos de la reconciliación, los jóvenes príncipes buscaban que la herida no se abriera de nuevo. Suplicaron que no lo hiciera, que pensara en ellos, que entendiera que esa unión no solo era personal, sino profundamente simbólica.

Un amor prohibido... hasta por los hijos
De este modo, lo inevitable se convirtió en una traición. En 2005, el enlace entre Carlos y Camilla fue celebrado como la victoria de un amor prohibido que, tras décadas de controversia, encontraba por fin legitimidad. Pero para sus hijos fue un golpe seco. La corona, una vez más, prevalecía sobre los sentimientos de dos muchachos que todavía lloraban la ausencia de su madre. La decisión del entonces príncipe de Gales sellaba la distancia con sus propios hijos, un muro que con el tiempo solo se haría más alto.
La realidad es que las secuelas fueron diferentes en cada uno. Guillermo optó por el silencio, por la diplomacia, por resguardar el futuro que le espera como heredero. Harry, en cambio, no calló. Admitió que jamás logró aceptar a Camilla como figura materna y aseguró que ella utilizó el aparato mediático para rehabilitar su imagen, incluso a costa de la estabilidad de su familia.
Así pues, el matrimonio entre Carlos III y Camilla Parker Bowles no solo cerró una historia marcada por el escándalo, sino que abrió una fractura emocional que aún hoy divide a padre e hijos. Una fractura que mantiene viva la sombra de Diana, la madre ausente cuya memoria sigue pesando como una losa sobre el destino de los Windsor.