Carolina de Mónaco ofrece un cambio de Príncipe a su hermano, Alberto II

La salud del Príncipe Alberto comienza a ser preocupante

Carolina de Mónaco ofrece un cambio de Príncipe a su hermano, Alberto II

Hace tiempo que los rumores sobre la salud de Alberto de Mónaco circulan con insistencia, pero en las últimas semanas, la preocupación se ha convertido en alarma. El príncipe monegasco, a sus 67 años, está mostrando señales evidentes de un desgaste físico que no se puede ocultar con trajes caros ni sonrisas de protocolo. Quienes le han visto de cerca en actos recientes aseguran que su rostro luce apagado, hinchado y con un cansancio que no logra disimular, mientras su forma física empeora con el paso de los meses. Los excesos del pasado, entre cigarrillos, copas y cenas copiosas, están pasando factura.

Este deterioro ha encendido todas las alarmas en el Palacio Grimaldi. Porque no se trata solo de una cuestión estética: Alberto ha perdido agilidad, le cuesta caminar con soltura y se le nota cada vez más limitado en sus movimientos. Y cuando un príncipe con responsabilidades de Estado se convierte en un hombre al que le cuesta subir unas escaleras sin ayuda, el debate sobre la sucesión deja de ser un rumor para convertirse en un tema urgente sobre la mesa.

Carolina lo tiene todo calculado

En este escenario, Carolina de Mónaco ha comenzado a moverse con la discreción que la caracteriza. Fuentes cercanas aseguran que la hermana del príncipe está al tanto de cada informe médico y no descarta un escenario en el que Alberto pueda dejarlos con un vacío de poder inesperado. Con Jacques aún siendo un niño y sin capacidad de asumir el liderazgo, se teme que Mónaco quede en manos de una regencia precipitada si la situación se agrava.

El plan oficial contempla a Charlene de Mónaco como regente hasta que Jacques cumpla la edad y madurez necesarias para reinar. Sin embargo, el frágil estado emocional de Charlene y sus problemas de salud mental generan más dudas que certezas. De ahí que, según apuntan fuentes de palacio, Carolina se vea a sí misma como la persona más preparada para asumir esa responsabilidad, asegurando estabilidad en un momento crítico para el Principado.

El tiempo corre y Alberto de Mónaco parece no tener margen para seguir ignorando su salud. Lo que antes eran rumores ahora se percibe como una amenaza real, mientras Carolina mueve hilos para que, llegado el momento, el Principado no se hunda en el caos. Porque el trono de Mónaco no espera, y la sucesión, aunque nadie lo diga en voz alta, podría ser cuestión de tiempo.