Casa Real está usando a Juan Carlos I para hacer feliz a Iñaki Urdangarin

Juan Carlos I aplaza su regreso a España en medio de nuevos movimientos discretos en el extranjero

Casa Real está usando a Juan Carlos I para hacer feliz a Iñaki Urdangarin

Juan Carlos I ha vuelto a cambiar de planes. Tenía previsto volver a España para competir en la VII Liga Española de 6 metros en Sanxenxo. Pero, de forma inesperada, aplazó su viaje. La excusa oficial: revisiones médicas en Ginebra. Sin embargo, según diversas fuentes comentan que hay algo más detrás.

Ginebra no es solo un destino médico. Es también un punto clave en la vida privada (y financiera) del rey emérito. Allí suele alojarse en el lujoso Hotel Four Seasons y arregla asuntos notariales en Lausana. Pero, últimamente, hay otra figura que aparece en escena: Iñaki Urdangarin.

Fuentes consultadas por Elcierredigital.com revelan que Juan Carlos I y su exyerno están cada vez más unidos. Se han reunido varias veces en Suiza, donde estrechan lazos en silencio. Al parecer, el emérito se ha convertido en una especie de respaldo personal para Iñaki, justo en un momento delicado para ambos.

Juan Carlos I

Silencios estratégicos y favores familiares

La Casa Real guarda silencio. Un silencio medido. Mientras tanto, el emérito actúa sin dar explicaciones públicas. Su relación con Iñaki no es un simple reencuentro familiar. Según algunas voces internas, Juan Carlos I estaría apoyando a Urdangarin económicamente. Un gesto que no solo alimenta la amistad, sino que también incomoda a más de uno en Zarzuela.

El silencio oficial parece buscar algo más: evitar tensiones públicas con la reina Letizia o el propio Felipe VI. Pero, a la vez, aprovechar la figura del emérito para mantener cerca a un personaje incómodo como Urdangarin. Porque Iñaki, lejos del foco mediático y ya divorciado de la infanta Cristina, sigue siendo parte del puzle.

En lugar de aparecer en España, Juan Carlos I ha optado por refugiarse en Suiza. Y no solo para cuidar su salud o revisar sus finanzas. Su presencia allí parece responder también a un acuerdo tácito: la Casa Real le permite moverse con libertad, mientras él mantiene a raya (y feliz) a su exyerno. Todo esto ocurre lejos del Bribón, lejos del mar y lejos de Sanxenxo. Pero muy cerca del verdadero corazón de la monarquía: los equilibrios familiares. Y, sobre todo, el dinero.