Charlene de Mónaco arriesga su vida con una peligrosa adicción que ya ha destrozado su cuerpo
La salud de Charlene está en un punto muy preocupante

A lo largo de sus años al frente de la Casa Real de Mónaco, Charlene siempre ha cuidado cada detalle de su imagen. Siempre perfecta, con una sonrisa que no deja ver el sufrimiento que esconde por dentro. Pero la realidad dentro del Palacio Grimaldi es muy distinta. Quienes conviven con ella aseguran que, tras esa apariencia impoluta, Charlene está psicológicamente rota tras todo lo que ha tenido que soportar desde que se convirtió en la esposa del Príncipe Alberto.
Según fuentes cercanas al Principado de Mónaco, Charlene lleva años recurriendo a fármacos y somníferos para poder soportar el día a día. Una adicción que ya ha empezado a pasarle factura no solo a nivel mental, sino también físico, alterando por completo la salud de la Princesa.
Una mujer rota, sin ilusión
Las personas de su entorno confiesan que Charlene ya no es ni la sombra de la mujer que un día fue. Aquella nadadora olímpica llena de fuerza, vitalidad y energía ha desaparecido, dejando paso a una mujer apagada, sin ilusión y sin motivación para nada. Algunos la describen como “un alma en pena” que vaga por el Palacio de Mónaco sin rumbo ni objetivos, víctima de un entorno que la ha ido desgastando poco a poco.
Su cuerpo ya no aguanta
La falta de sueño reparador y de calidad, provocada por el abuso de fármacos, ha dejado secuelas graves en su salud. Según su equipo médico, su cuerpo ya no está preparado para soportar ningún tipo de ejercicio físico intenso. La Princesa Charlene ha tenido que renunciar a cualquier actividad deportiva que requiera esfuerzo cardiovascular, consciente de que su organismo no puede soportar el mínimo nivel de exigencia.
Nada queda ya de aquella atleta de élite que un día deslumbró al mundo en las piscinas. Ahora, Charlene vive atrapada en un cuerpo que no le responde, con un estado de salud que pone en riesgo su vida y un estado mental cada vez más deteriorado.
Así pues, la adicción a los fármacos que arrastra desde hace años ha destrozado física y mentalmente a la Princesa de Mónaco, que sigue intentando mantener su imagen de perfección mientras su salud se apaga poco a poco.