Compañeros de San Javier se quejan a los oficiales de que Leonor no hace nada
Malestar creciente entre algunos cadetes durante la formación en San Javier
La princesa Leonor sigue inmersa en su formación militar y este año vive su etapa más exigente: su paso por la Escuela del Aire de San Javier. Ingresó el pasado 1 de septiembre y, si todo sigue según lo previsto, culminará en julio, graduándose junto a los alumnos de quinto curso. Con ello cerrará un ciclo de tres años que la ha llevado por los tres ejércitos, un requisito imprescindible para asumir en un futuro el mando supremo de las Fuerzas Armadas.
Su recorrido ha sido intenso, con desafíos que no siempre ha afrontado en igualdad de condiciones. Desde dentro reconocen que su preparación inicial no era la más sólida y que se ha apoyado mucho en la guía de sus superiores. Los cursos han sido adaptados para que pueda adquirir en apenas tres años los contenidos que normalmente se estudian en quince. Es un ritmo diseñado específicamente para ella, algo que, aunque comprensible por su agenda institucional, ha generado ciertas fricciones entre sus compañeros.
Algunos alumnos remarcan que, aunque Leonor es correcta en las asignaturas teóricas y mantiene buen comportamiento en las clases, la sensación general es que las exigencias hacia ella son mucho menores que hacia el resto. “Está librada de todo”, se comenta en los pasillos, dando a entender que su participación en ciertos entrenamientos o pruebas físicas es prácticamente opcional.

Quejas internas: carácter, privilegios y malestar en la base
El malestar no nace únicamente de las adaptaciones académicas, sino también del trato diario. Varias familias de alumnos han sabido, por boca de los propios cadetes, que la convivencia con Leonor no siempre es sencilla. Algunos la describen como distante y, en ocasiones, algo altiva. Dicen que cuando recibe una indicación que no le parece adecuada, responde con tono seco o directamente la ignora. Esta actitud, según quienes comparten curso con ella, recuerda al carácter firme, y a veces cortante, que la reina Letizia muestra en situaciones tensas.
Estas quejas no pretenden cuestionar su futuro papel institucional, pero sí alertan de que se está creando una situación extraña: Leonor comparte uniforme y formación con los demás, pero no vive exactamente la misma experiencia. Mientras sus notas están garantizadas y su progresión es segura, el resto trabaja bajo la presión constante de aprobar y destacar para construir su carrera militar.
La mayoría entiende que su posición exige un camino diferente, pero otros sienten que esa diferencia se ha ampliado demasiado. De ahí que algunos cadetes, en privado, hayan expresado a los oficiales que la princesa “no hace nada”, no porque realmente no participe, sino porque su presencia, rodeada de cuidados y excepciones, apenas se parece a la realidad que ellos enfrentan cada día.