Felipe VI está siendo tratado de la enfermedad que fue detectada en la infancia
Este problema causó graves problemas académicos para Felipe VI
Desde niño, Felipe VI arrastra una condición que ha marcado silenciosamente su vida: la narcolepsia, una enfermedad neurológica que provoca somnolencia excesiva y episodios repentinos de sueño. Lo que en un principio parecía simple cansancio pronto se convirtió en un problema evidente en el colegio. El entonces príncipe Felipe de Borbón se quedaba dormido en clase con frecuencia, tenía serias dificultades para concentrarse y sus notas, muchas veces, no reflejaban el nivel de exigencia que se esperaba de él.
Los profesores llegaban a amonestar a los entonces reyes, Juan Carlos I y Sofía de Grecia, porque Felipe VI no lograba seguir el ritmo académico. Le costaba mantener la atención, se distraía con facilidad y en ocasiones parecía ajeno a lo que sucedía a su alrededor. Aquellos episodios dejaron huella en sus años de formación y preocuparon profundamente a Juan Carlos I y a la reina Sofía, conscientes de que el heredero debía enfrentarse a una preparación rigurosa para el día en que llegara al trono.

Felipe VI sigue arrastrando los problemas de salud
Con el tiempo, la enfermedad no desapareció. Cuando Felipe VI se convirtió en Rey de España, la agenda institucional hizo más visibles los síntomas: cabeceos en actos públicos, bostezos incontrolables o incluso episodios de sueño en ceremonias oficiales. No se trataba de falta de respeto ni de cansancio acumulado, sino de una dolencia que lo acompaña desde la infancia y que, en más de una ocasión, puso en aprietos la imagen de la Casa Real.
Ante esta situación, Felipe VI decidió ponerse en manos de especialistas. Aunque la narcolepsia no tiene cura, sí existen tratamientos que permiten controlarla. El monarca ha seguido terapias, medicación específica y ha modificado su estilo de vida para reducir al máximo los síntomas. Actualmente sigue bajo tratamiento médico, con revisiones periódicas que buscan mantener estable una condición que nunca desaparece por completo.
Así pues, el Rey Felipe VI convive desde la infancia con una enfermedad que condicionó sus estudios y que sigue estando presente en su día a día. Con disciplina, constancia y el apoyo de la medicina, Felipe VI ha logrado que sus obligaciones institucionales no se vean comprometidas, aunque tras la figura solemne del monarca permanezca esa lucha silenciosa contra el sueño repentino que le marcó desde niño.