Felipe VI hace llegar noticias devastadoras a sus hijas que preparan a la familia para un final fatal

La familia real afronta semanas de incertidumbre ante el delicado estado de salud de una de sus figuras más queridas

Felipe VI hace llegar noticias devastadoras a sus hijas que preparan a la familia para un final fatal

En el Palacio de la Zarzuela, el silencio pesa. Felipe VI recibe noticias cada vez más duras sobre su tía, Irene de Grecia. El deterioro es evidente. Los médicos ya no hablan de recuperación, solo de tiempo. Y ese tiempo es corto.

La reina Sofía vive sus días con el corazón dividido. Este verano, no tenía intención de viajar a Marivent. Quería quedarse junto a su hermana. Irene, a sus 83 años, atraviesa el momento más delicado de su vida. Sin embargo, Felipe insistió para que estuviera presente en la recepción oficial. Sofía aceptó, pero solo por unas horas. Volvió a Madrid al día siguiente.

Al reencontrarse con Irene, la imagen fue un golpe, frágil. Con la mirada perdida. Apenas habla, apenas se mueve, no reconoce a nadie. La mujer que en el pasado fue un pilar para los hijos de Sofía, ahora vive atrapada en un silencio sin retorno.

Irene de Grecia

Preparativos para un adiós inevitable

Aunque nunca hubo confirmación oficial, hace tiempo se filtró que Irene padece Alzheimer. Las imágenes recientes no dejan lugar a dudas. El cuerpo debilitado, el gesto ausente… y un diagnóstico cruel: “No le queda más de un año”. En Zarzuela, cada llamada trae peores noticias. La esperanza se ha desvanecido. El ambiente es sombrío. La reina Sofía está destrozada y llora en la intimidad. Sabe que el final está cerca. Y el rey Felipe mantiene a sus hijas informadas, preparándolas para un momento que será doloroso para todos.

Las conversaciones en palacio ya se centran en los preparativos. No se quiere dejar nada al azar. El deseo de Irene es claro: descansar en Grecia, junto a sus padres y su hermano, el rey Constantino. El plan logístico ya está en marcha. Transporte, seguridad, ceremonia… todo quedará listo para que la despedida sea discreta y familiar.

Mientras tanto, la reina Sofía dedica cada minuto posible a su hermana. Sabe que cada día cuenta. Que cada mirada y cada silencio son irrepetibles. Y Felipe VI, desde la distancia, recibe cada actualización con el alma encogida. Porque, aunque las obligaciones de la Corona no se detienen, la preocupación por su tía pesa más que cualquier protocolo.