Felipe VI, muy preocupado, el estado de salud de su madre no es bueno, está mucho peor de lo que se cuenta
La reina Sofía trata de ocultar una triste realidad
Hace tiempo que Doña Sofía está mal, su vida cambió radicalmente en el momento en el que su hermana, la querida Irene de Grecia comenzó a desarrollar Alzheimer. Eso marcó un antes y un después en la vida de la emérita. Y es que desde ahí, supo que su hermana se iba a comenzar a ir de forma irremediable y para siempre. Eso supuso un primer mazazo mental que sigue golpeando a la reina Sofía a medida que su hermana va empeorando y va perdiendo la memoria sin que haya solución alguna. Sin embargo, lo peor es que se ha juntado lo mental con lo físico.
La realidad es que la edad es inevitable y el paso del tiempo ha cargado a la madre de Felipe VI con una serie de males que hacen que su día a día sea sumamente complicado. Ya no es capaz de moverse con facilidad por una serie de problemas de circulación en las piernas que le causan un serio dolor que evita que pueda desarrollar su vida con un mínimo de normalidad. Y es que estamos hablando de una mujer de 86, que trata de vivir como si tuviera 15 menos. Algo absolutamente impensable. Más si tenemos en cuenta lo debilitada que está mentalmente.

Sola, abandonada y sin su hermana
Toda esta situación ha ido a peor después de que la reina Sofía se quedara sin nadie en Zarzuela, ni sus nietas Leonor y Sofía, ni apenas nadie más se molesta en pasar por la residencia real para estar junto a ella. Se siente sola y sin nadie que la apoye. Algo que se demostró en Marivent, donde se podía apreciar claramente que ni Letizia ni sus dos nietas se acercaban a ella; la dejaron sola y en evidencia, qué imagen.
Todo esto ha alertado a Felipe VI que ya es plenamente consciente de que su madre está mucho peor de lo que se imaginaba, ya no solo en el plano físico, sino que especialmente en lo mental, no es la mujer alegre de antes, ahora lo ve todo gris y sin ninguna ilusión, ha cambiado radicalmente y a mucho peor.
Así pues, poco queda de esa reina Sofía que solamente transmitía felicidad y alegría a los que convivían con ella. Ya no hay alegría, ni risas ni nada; ahora lo que más representa a la emérita es su posado serio y triste.