Felipe VI recurre a contactos de alto nivel para frenar su futuro laboral en España
Una maniobra discreta para evitar movimientos indeseados en la Casa Real
La relación entre la Casa Real y algunos de sus miembros más controvertidos sigue marcada por la distancia y el control. Abu Dabi se ha convertido, con el paso del tiempo, en una especie de territorio neutral donde Felipe VI ha logrado mantener alejadas de Zarzuela a figuras incómodas para la estabilidad de su reinado. Primero fue Juan Carlos I, cuyo exilio respondió a la necesidad de proteger la institución. Después, el foco se desplazó hacia Froilán, un nombre que durante años ha generado más titulares por sus polémicas que por cualquier otra razón.
El sobrino del Rey aceptó sin demasiadas objeciones su traslado a Emiratos Árabes. Allí disfruta de una vida cómoda, respaldada por su abuelo, que no solo le ha facilitado estabilidad económica, sino también un empleo bien remunerado. Juan Carlos I mantiene una relación muy estrecha con su nieto y no ha dudado en apoyarlo tanto personal como financieramente. En Abu Dabi, Froilán vive lejos del escrutinio mediático español y de los problemas que solían acompañar cada una de sus apariciones públicas en Madrid.
Sin embargo, Felipe VI observa con preocupación las visitas periódicas de su sobrino a España. El Rey es consciente de que Froilán no ha descartado la idea de regresar de forma definitiva, algo que genera inquietud en la Casa Real. Cada vuelta, aunque sea temporal, revive episodios incómodos que el monarca intenta dejar atrás para preservar una imagen de rigor y responsabilidad institucional.
El veto silencioso a su regreso
Ante este escenario, Felipe VI habría optado por una estrategia discreta pero contundente. Su objetivo es claro: evitar que Froilán tenga una razón sólida para reinstalarse en España mientras Juan Carlos I siga con vida. La clave está en el ámbito laboral. Sin un empleo estable en territorio español, el regreso definitivo se complica considerablemente.
Según diversas informaciones, el Rey habría activado contactos de alto nivel para impedir que su sobrino sea contratado por empresas españolas. No se trataría de una prohibición oficial, sino de un veto silencioso, apoyado en la influencia y el peso institucional que aún rodea a la figura del monarca. De este modo, Felipe VI busca cerrar cualquier puerta que facilite el retorno de Froilán.
El temor no es infundado. La última visita del joven a Madrid terminó, como en otras ocasiones, envuelta en polémica tras un altercado nocturno que volvió a situar su nombre en el centro de la atención mediática. Para Felipe VI, cada episodio de este tipo supone un riesgo innecesario para la imagen de la Corona. Por ello, mantener a Froilán lejos de España se ha convertido en una prioridad silenciosa, pero firme, dentro de su estrategia para proteger el futuro de la institución.