Froilán, una oveja descarriada, vuelve a ser expulsado de Madrid
La Casa Real frena el regreso de Froilán tras nuevos escándalos en Madrid
Froilán de Marichalar vuelve a estar en el centro del huracán. El nieto del rey emérito intentó regresar a Madrid en verano para pasar unos días en familia, pero su estancia terminó como tantas otras veces: con polémicas y miradas incómodas desde la Casa Real. Lo que debía ser un descanso se convirtió en una nueva demostración de que el joven sigue sin encontrar su lugar dentro del círculo más estricto de la monarquía.
Desde Abu Dabi, donde trabaja gracias a una oportunidad que le consiguió su abuelo, parecía que Froilán había encontrado un poco de estabilidad. Juan Carlos I se ha mostrado orgulloso de haberle tendido la mano y de ver a su nieto centrado, aprendiendo disciplina y responsabilidad. “Allí ha encontrado un camino”,pero ese camino parece tambalearse cada vez que Froilán pisa suelo español.

Entre dos mundos y una familia dividida
El deseo del joven de volver a España choca frontalmente con la voluntad de la Casa Real. Felipe VI y su entorno consideran que Madrid no es el mejor lugar para él. La capital, con sus tentaciones y su vida social intensa, le sienta mal. La reina emérita, por su parte, evita pronunciarse, aunque no oculta su preocupación. Y su madre, la infanta Elena, se mantiene en un delicado equilibrio: apoya a su hijo, pero esta vez ha decidido alinearse con su hermano, el rey. Mantener a Froilán en Abu Dabi parece, al menos por ahora, la única opción sensata.
El joven, sin embargo, no se resigna. Quiere volver, disfrutar de su vida en España, reencontrarse con sus amigos. Pero las puertas de Madrid, al menos las oficiales, parecen cerradas. Cada paso en falso pesa, y la paciencia de la familia real se agota.
En el fondo, Froilán sigue siendo el mismo: impulsivo, rebelde y poco dado a las normas. La oveja descarriada de la monarquía española vuelve a demostrar que, aunque intente escapar de los escándalos, estos siempre terminan encontrándole. Abu Dabi lo mantiene a salvo de sí mismo… pero no hay certeza de cuánto tiempo podrá resistir lejos de la vida que tanto echa de menos.