Froilán y Vitoria Federica no se hablan con la infanta Sofía ni Leonor
Las relaciones familiares en la Casa Real bajo una tensión que pocos conocen y que cambia todo

La monarquía española lleva años mostrando grietas. El núcleo duro de la Casa Real está formado por Felipe VI, la reina Letizia y sus hijas, Leonor y Sofía. Su círculo es pequeño y cerrado. Apenas mantienen contacto con el resto de los Borbones. Solo la reina emérita Sofía sigue cerca.
Froilán y Victoria Federica, hijos de la infanta Elena, están fuera de ese círculo. La relación con sus primas Leonor y Sofía es inexistente. No hay llamadas, no hay mensajes, no hay encuentros. La distancia no es solo física. Es emocional. Y, según voces cercanas, no hay marcha atrás.
Letizia siempre lo tuvo claro. Quiere proteger la imagen de sus hijas. Mantenerlas alejadas de polémicas y del legado de Juan Carlos I. Desde que dejaron de pasar veranos en Marivent, todo contacto se esfumó. Aquellas fotos de las primas jugando en la infancia son solo recuerdos de otra época.
Redes sociales como fachada
En público, Victoria Federica ha intentado dar una imagen de cercanía con Leonor. Publicó felicitaciones en Instagram en fechas señaladas. Subió una historia durante la jura de la Constitución. También un mensaje por su cumpleaños. Pero detrás no había relación real. Era pura fachada.
Victoria Federica no acudió al último cumpleaños de Leonor. Tampoco se espera que lo haga en el futuro. Curiosamente, sí mantiene amistad con Irene Urdangarin, hija de la infanta Cristina, que tiene la misma edad que la princesa. Esto desmonta la excusa que dio en su día sobre la “gran diferencia de edad” con Leonor.
Froilán, por su parte, no hace gestos en redes. No parece preocupado por no tener relación con sus primas, ni siquiera finge. Simplemente vive su vida lejos de la burbuja que Letizia ha construido alrededor de Sofía y Leonor. Hoy, las dos ramas de la familia caminan por caminos distintos. Una, centrada en la imagen institucional. Otra, instalada en la vida mediática y social. Entre ambas, el silencio es absoluto. Y la reconciliación parece, al menos por ahora, imposible. En esta familia dividida, el silencio pesa más que cualquier titular, y la distancia entre primas se ha convertido en un muro difícil de derribar.