Guillermo de Gales se mueve para desterrar a Camilla Parker Bowles

La reina Camilla se está quedando sola

Guillermo de Gales se mueve para desterrar a Camilla Parker Bowles

No hay gesto ni sonrisa pública que tape la verdad que recorre los pasillos de Buckingham: Camilla Parker Bowles se está quedando sola. Con la salud de Carlos III más frágil cada día, el freno que contenía el pulso interno de la familia real británica ha desaparecido. Lo que antes era un disimulo cordial ahora se está convirtiendo en un rechazo abierto, con Guillermo decidido a cortar de raíz la presencia de la consorte en el núcleo del poder.Camilla siempre supo que no era querida, pero jamás pensó que este momento llegaría. Guillermo de Gales ha puesto sobre la mesa un plan claro: una vez que Carlos falte, Camilla quedará fuera de Buckingham. Sin medias tintas. Sin espacio para negociaciones. No habrá habitación para ella en la residencia oficial del monarca y, mucho menos, un asiento a su lado en los actos que definan el futuro de la corona.

El clima entre Camilla y los hijos de Diana siempre fue un campo minado, pero con la inminente sucesión, el príncipe de Gales ya no tiene motivos para mantener la cortesía. Él no olvida. Y menos cuando la imagen de su madre sigue pesando en cada decisión que toma. Guillermo considera que Camilla nunca debió ocupar el sitio que un día perteneció a Lady Di, y ahora, con la corona cada vez más cerca, está decidido a corregir lo que, a sus ojos, fue un error histórico.

Guillermo

Camilla lo puede perder todo

Mientras tanto, Camilla observa cómo se desmoronan los muros de protección que Carlos levantó a su alrededor durante años. Sus apariciones públicas, calculadas para reforzar una imagen de reina cercana, ya no consiguen silenciar el desdén de Guillermo ni calmar el vacío que se abre entre ella y la familia real. Sin apoyos, sin aliados y sin un rey fuerte que la respalde, la consorte contempla la posibilidad de desaparecer discretamente en alguna de sus residencias privadas, lejos del ojo público que la persiguió durante décadas.

Lo que para Camilla fue el cierre de un círculo, para Guillermo representa la última deuda que tiene con la memoria de su madre. Él no va a permitir que la mujer que, a su juicio, contribuyó a la desgracia de Diana continúe pisando los salones de Buckingham cuando sea él quien firme las órdenes.En este escenario, el príncipe Harry, desde la distancia, observa con una mezcla de alivio y justicia poética lo que ocurre. Aunque alejado de la institución, no ha ocultado nunca su desprecio por Camilla, a quien responsabiliza de muchas de las sombras de su infancia.

Así pues, Camilla Parker Bowles, que durante años soportó críticas con la cabeza alta y sonrisas estudiadas, se enfrenta a su última batalla: permanecer en un lugar que ya no la quiere, o retirarse antes de ser empujada hacia la puerta. Lo que parecía un cuento de redención para quien fue la amante más señalada del Reino Unido, está a punto de convertirse en un final de soledad y humillación. Porque al final, las cuentas pendientes de la realeza no se olvidan. Solo esperan el momento adecuado para cobrarse, y ese momento está más cerca de lo que Camilla jamás imaginó.