Iñaki Urdangarin deja a Felipe VI y Letizia fuera de sus memorias a cambio de más dinero
Iñaki solo busca hacerse más rico
El nombre de Iñaki Urdangarin vuelve a sacudir los cimientos de la familia real. Lejos de haberse apagado, su sombra continúa proyectándose sobre Felipe VI y la reina Letizia. Y es que el exduque de Palma no ha cerrado del todo la puerta a su pasado, aunque pretende presentarse ante la opinión pública como un hombre renovado.
Desde hace meses trabaja en unas memorias. Oficialmente, el libro contará su paso por prisión, un relato de sufrimiento y redención. Pero bajo esa apariencia se escondía una amenaza velada. En los primeros borradores aparecían nombres propios, episodios comprometedores y referencias directas a los reyes. Todo estaba escrito: momentos de tensión, roces familiares y confidencias que jamás deberían haber salido a la luz.

Iñaki solo busca dinero
La realidad es que Urdangarin nunca buscó venganza. Lo suyo es la negociación. Ya consiguió un acuerdo en el pasado: dos millones de euros, presuntamente entregados por el rey emérito Juan Carlos I, para comprar su silencio. Un pacto sellado lejos del radar de Hacienda y que, según diversas filtraciones, se prolonga hoy en pagos anuales que oscilan entre 25.000 y 50.000 euros.
Ese silencio se ha convertido en su arma. El caso Nóos lo convirtió en el rostro de un escándalo que afectaba a muchos más, pero fue él quien acabó tras las rejas. Su exesposa, la infanta Cristina, logró esquivar la condena en nombre de la monarquía y de la estabilidad del país. Él, en cambio, pagó con cárcel. Ahora exige una compensación mayor: borrar los nombres de los actuales reyes de sus memorias no será gratis. De este modo, la Casa Real se enfrenta a un dilema incómodo. O paga, o se arriesga a una crisis de imagen sin precedentes. Y según apuntan fuentes cercanas, la decisión estaría tomada: mejor comprar el silencio de Iñaki que ver expuestas las grietas más delicadas de la institución.
Así pues, las memorias del exduque no serán la bomba que muchos esperaban. Pero el precio de esa calma es alto. Y Urdangarin lo sabe mejor que nadie: su silencio se ha convertido en la factura más cara para la monarquía española.