Irene de Grecia se apaga en silencio. Su estado de salud es muy delicado y, según fuentes cercanas, la decisión ya está tomada: quiere descansar en Grecia, junto a su hermano Constantino. La hermana de la reina Sofía lleva años residiendo en Zarzuela, donde se instaló para apoyar a Sofía en su papel institucional. Fue su mano derecha y también una segunda madre para el rey Felipe.
Felipe, de hecho, es el único que acude a diario a visitarla. También lo hacen doña Elena, doña Cristina y sus hijos Froilán, Victoria Federica y Miguel Urdangarin. Todos ellos han mostrado una preocupación constante por el estado de la princesa Irene. Pero hay tres ausencias que no han pasado desapercibidas: ni la reina Letizia ni sus hijas, Leonor y Sofía, se han acercado a verla. Una distancia fría que muchos no entienden, especialmente en estos momentos tan duros para la familia.
Una vida de renuncia y lealtad
Irene lo dejó todo por su hermana. Renunció a su vida en Grecia para instalarse en España y permanecer al lado de Sofía. Siempre ha estado en segundo plano, sin protagonismo, pero con una presencia constante. Nunca se casó, nunca buscó brillo propio. Su única prioridad ha sido la familia, en especial su hermana.

La reina Sofía vive estos días con un nudo en el alma. Tras perder a su hermano Constantino, ahora ve cómo Irene también se le va. No es solo una hermana. Es su confidente, su amiga más fiel. La única que ha estado siempre, incluso en los peores momentos de su matrimonio con Juan Carlos.
Por eso duele aún más la falta de algunos. Letizia, Leonor y Sofía han optado por no acudir, al menos de momento. Las razones no se han explicado. Tal vez por protocolo, tal vez por decisión personal. Pero la ausencia pesa. En Zarzuela se percibe el silencio. Y en el corazón de Sofía, también.
Irene, la tía Pecu, se va apagando. Y mientras tanto, solo algunos están a su lado. Discreta, serena, fiel. Así se despide una mujer que lo dio todo… sin esperar nada a cambio.