Irene Urdangarin no tenía que llamarse Irene, pero su madre le cambió el nombre por la amante de Juan Carlos I

A diferencia de Elena, la infanta Cristina siempre ha optado por seguir un camino muy diferente al que tenía marcado como hija de Juan Carlos I. En este sentido, la hija mediana de Don Juan Carlos y Doña Sofía nunca tuvo un especial interés en satisfacer los deseos de su padre y seguir ese teórico camino que debe seguir una buena Borbón. Ella siempre optó por formarse académicamente y vivir la vida que ella quería y que era, hasta hace poco más de un año, junto a Iñaki Urdangarin, un hombre plebeyo y sin conexión con la Casa Real ni con la aristocracia.

Fue junto a Iñaki Urdangarin que Cristina formó una familia numerosa. Todo comenzó con el nacimiento de Juan, a quien le pusieron ese nombre en honor a su abuelo, Juan Carlos I. Luego le siguieron Pablo y Miguel, cuyos nombres no tienen una explicación clara, simplemente les gustaban a sus padres, al igual que el nombre de Marta, el cual iba a ser el de la que hoy todos conocemos como Irene Urdangarin, quien debe su nombre a la intervención de la reina Sofía.

Iñaki y Cristina ya habían optado por Marta

La realidad es que los padres ya habían decidido llamar a su hija Marta. Sin embargo, la reina Sofía le pidió a su hija que, por favor, le cambiara el nombre a la niña. Y es que Marta es el nombre de una de las amantes más conocidas y cercanas a Juan Carlos I: Marta Gayá, lo que generaba una gran incomodidad a la emérita.

Fue a raíz de esta petición de la reina Sofía que Iñaki y Cristina acabaron optando por el nombre de Irene, que consideraron un homenaje a la hermana de Doña Sofía, quien siempre ha sido una de las figuras más queridas de toda la Casa Real y merecía un reconocimiento.

Así pues, la única razón detrás del nombre de Irene Urdangarin es que Marta recordaba demasiado a la gran amante de Juan Carlos I, aunque no hay garantías de que Juan Carlos I no se haya acostado con una mujer llamada Irene.