Irene Urdangarin y su novio, Juan Urquijo, de patitas en la calle: “Les han pedido que, no vayan”
Letizia no soporta a sus sobrinos
El verano vuelve a traer tensiones a la familia real y esta vez la protagonista es Irene Urdangarin. La hija menor de la infanta Cristina se resiste a definir su futuro académico mientras encadena viajes, voluntariados y largas estancias en Madrid junto a su pareja, Juan Urquijo. Ese vínculo sentimental, nacido casi por casualidad tras un año de indefinición, ha terminado generando roces inesperados dentro de la Casa Real.
Y es que la joven, que en un principio intentó abrirse camino en la prestigiosa universidad de Lausana para estudiar Dirección Hotelera, acabó recalando en Oxford en un grado de organización de eventos que nunca le ha convencido. Su paso por Camboya en un voluntariado fue más una pausa que un compromiso real. En ese tiempo se refugió en Madrid, frecuentó las noches con Victoria Federica y allí consolidó su relación con Juan, alguien que siempre estuvo cerca de la familia, pero que ahora se ha convertido en su compañero inseparable.

Irene no es bienvenida por Letizia
El regreso de Irene a Zarzuela en las últimas semanas no ha hecho más que avivar el malestar en Palacio. Doña Letizia considera que la sobrina del rey se instala con demasiada comodidad en espacios que no le corresponden. “Les han pedido que, por favor, no vayan”, señalan fuentes cercanas a Zarzuela, refiriéndose a la intención de la pareja de pasar parte de sus vacaciones en Marivent, junto a la reina Sofía. Una advertencia clara: Irene y Juan no son bienvenidos en los días en los que los reyes y sus hijas disfrutan del palacio mallorquín.
La realidad es que la convivencia veraniega en Marivent hace tiempo que dejó de ser un símbolo de unidad. El estallido del caso Nóos y las polémicas del rey Juan Carlos I rompieron cualquier posibilidad de normalidad. Desde entonces se impuso una norma tácita: la residencia balear se reserva en exclusiva para Felipe VI, Letizia y sus hijas. El resto de la familia, aunque lo intente, queda al margen.
Así pues, Irene Urdangarin vive un verano marcado por la incertidumbre: sin rumbo académico claro, con una relación sentimental que incomoda en Palacio y con las puertas de Marivent cerradas para ella y su novio. Una muestra más de cómo los muros invisibles de la familia real separan a los Borbón, incluso cuando el mar Mediterráneo podría haber sido el escenario de un reencuentro.