Juan Carlos I cerró un acuerdo con Eva Sannum para que fuera la tapadera de Felipe VI
El verdadero origen del romance entre Felipe VI y Eva Sannum: estrategia o amor real
La vida privada de Felipe VI siempre ha despertado curiosidad, sobre todo en comparación con los escándalos sentimentales de su padre, Juan Carlos I. Mientras el rey emérito protagonizaba titulares por sus conquistas, el entonces príncipe de Asturias mantenía un perfil discreto, sin romances públicos que llenaran portadas. Esa prudencia generó, durante años, especulaciones sobre su orientación y sobre el control que la Casa Real ejercía en sus relaciones personales.
Eva Sannum, la modelo que conquistó las portadas
A finales de los años noventa apareció Eva Sannum, modelo noruega que irrumpió en la vida del heredero con fuerza mediática. Su presencia respondía al prototipo que buscaban en Zarzuela: joven, atractiva y con proyección internacional. El supuesto noviazgo fue recibido como un soplo de aire fresco para la imagen del futuro monarca. Las fotografías juntos en actos sociales y viajes privados parecían confirmar que Felipe había encontrado a su compañera ideal.

Sin embargo, varias fuentes cercanas a palacio apuntan a que aquel idilio tuvo más de cálculo que de azar. El círculo más cercano al emérito quería frenar rumores y proyectar una figura sólida del príncipe, capaz de asumir su papel como futuro jefe del Estado. Sannum encajaba perfectamente en esa estrategia de comunicación, aportando glamour y normalidad al relato oficial.
Una historia que marcó un antes y un después en Zarzuela
La relación nunca llegó a formalizarse en matrimonio, y con el tiempo ambos siguieron caminos distintos. No obstante, aquel episodio dejó huella en la narrativa pública de Felipe VI: consolidó su imagen de hombre reservado y reforzó el mensaje de estabilidad que la monarquía buscaba transmitir en un momento delicado para su reputación.
Hoy, con la perspectiva de los años, el vínculo entre Felipe VI y Eva Sannum sigue siendo objeto de análisis en libros y reportajes sobre la familia real. Más allá de si hubo o no sentimientos profundos, lo cierto es que aquel romance se convirtió en una herramienta clave para proteger al heredero y garantizar la continuidad institucional. En definitiva, una prueba de cómo la Corona española ha sabido moldear su relato para mantener la confianza del público y preservar su imagen frente a los desafíos de la historia.