La relación entre Juan Urdangarin y su abuelo, el rey emérito Juan Carlos I, ha estado lejos de ser sencilla. Desde el escándalo del Caso Nóos, la familia ha tenido que lidiar con una mancha en su imagen, especialmente Iñaki Urdangarin, condenado y encarcelado por su implicación. Juan Urdangarin, hijo mayor de Iñaki y la infanta Cristina, ha sido uno de los más afectados por la situación. A lo largo de los años, ha soportado la exposición mediática, las burlas y el acoso.
Desde que su padre asumió toda la culpa para proteger a los miembros de la Casa Real, Juan ha exigido una compensación económica. Esto ha generado varios enfrentamientos, uno de los más significativos con su abuelo, el rey Juan Carlos. En varias ocasiones, Juan le ha recordado al emérito que su padre ha mantenido un silencio estratégico para proteger la monarquía. Según él, ese sacrificio merecía ser reconocido con una recompensa económica. Sin embargo, Juan Carlos I no ha cumplido con esa promesa de manera total, lo que ha generado una tensión que sigue vigente.

El acuerdo con Iñaki Urdangarin y la falta de resolución
A lo largo de los años, Iñaki Urdangarin encontró una forma de compensación durante su proceso de divorcio con Cristina. En un acuerdo alcanzado, Iñaki logró una suma de dos millones de euros y una pensión anual entre 25.000 y 50.000 euros. A cambio, se comprometió a no publicar unas memorias escritas en prisión, que contenían secretos comprometidos, muchos de ellos relacionados directamente con Juan Carlos I. Este acuerdo fue, según algunas fuentes, financiado inicialmente por el propio rey emérito.
A pesar de este arreglo económico, el distanciamiento entre Juan Urdangarin y el rey emérito no ha desaparecido. Para el joven, el dinero no puede restaurar la reputación y dignidad del apellido Urdangarin, dañada irremediablemente por el escándalo. Aunque mantiene una relación formal con su abuelo, su confianza está rota, y las heridas del pasado no parecen sanar con el paso del tiempo.
A pesar de los intentos de conciliación, el vínculo entre Juan Urdangarin y su abuelo sigue marcado por la desconfianza y la sensación de que la deuda moral nunca podrá saldarse completamente.