Juan Carlos I es quien está pagando las deudas de juego de Froilán
El rey emérito protege a su nieto favorito, cubriendo sus excesos y deudas mientras intenta mantenerlo alejado del escándalo público
Froilán siempre ha sido distinto. Rebelde, inquieto y poco dado a las normas. Desde pequeño mostró un carácter fuerte, muy similar al de su abuelo, el rey emérito Juan Carlos I. Esa similitud no ha pasado desapercibida en la familia. Ambos comparten aficiones, debilidades… y polémicas. Por eso no sorprende que el emérito tenga un cariño especial por él. Es su primer nieto, su ojito derecho.
Hace casi dos años, tras varios escándalos en España, Juan Carlos decidió que lo mejor era alejarle del foco. Así acabó Froilán en Abu Dabi, en un piso de lujo de 500 metros cuadrados que su abuelo le consiguió. El objetivo era claro: mantenerlo fuera del radar mediático. Pero el joven no ha cambiado. Sigue sin rumbo claro, sin trabajo estable, y con mucho tiempo libre.

Afición peligrosa: el juego
En Abu Dabi, Froilán ha encontrado una nueva pasión: el póker. Acude casi todas las noches a locales exclusivos donde se juega fuerte. Y apuesta fuerte. Muy fuerte. En más de una ocasión ha perdido grandes sumas de dinero en una sola noche. Pero nunca ha tenido que preocuparse demasiado. Su abuelo siempre ha estado ahí para cubrirle las espaldas.
Juan Carlos I no solo mantiene económicamente a Froilán —dicen que le da alrededor de 10.000 euros al mes—, también paga las deudas que acumula jugando. Aunque le ha ayudado, el emérito ha dejado claro que no es su “niñera”. Sin embargo, su preocupación por el rumbo del joven le ha llevado a buscarle nuevos proyectos, algo que le mantenga ocupado y alejado de los casinos.
Froilán no encuentra su sitio. Extraña España, sus amigos, su vida anterior. Pero, por ahora, no hay planes de regreso. Todo apunta a que no volverá mientras su abuelo siga vivo. Aunque viva lejos, sigue siendo una fuente de problemas para la Casa Real. La diferencia es que ahora se gestiona todo en privado. Una cosa está clara: mientras Juan Carlos siga respirando, su nieto tendrá quien le cubra las espaldas, incluso cuando las apuestas le jueguen una mala pasada. Pero el día que falte el abuelo, a Froilán se le acabará el crédito.