Juan Carlos I está necesitando pinchazos casi a diario para soportar el dolor

Los problemas de cadera de Juan Carlos I ya son irreversibles

Juan Carlos I está necesitando pinchazos casi a diario para soportar el dolor

Juan Carlos I está muy lejos de estar atravesando un buen momento en su vida. A los 87 años, el emérito se ha dado cuenta de que su estado físico es realmente malo. Ya no es capaz de andar por él mismo y los dolores de caderas se han convertido en un auténtico martirio para su día a día. En este sentido, ese calvario que comenzó tras una caída en Botswana mientras estaba de caza, se ha acabado convirtiendo en el mayor de sus problemas, pues desde ese momento, comenzó la gran caída en desgracia de un Juan Carlos I que ya sabe que no hay forma de recuperar la movilidad.

En este sentido, después de haber sido sometido a decenas de tratamientos con células madre y varias operaciones con métodos novedosos, el equipo médico que convive con Juan Carlos I en Abu Dabi ha llegado a la conclusión de que lo del emérito ya no tiene ningún tipo de solución. Pues, esa cadera ha quedado absolutamente inservible y Juan Carlos necesitará siempre ir en silla de ruedas.

Juan Carlos I

Ante esta situación, el principal objetivo del equipo médico del emérito ya no es que pueda volver a caminar y a llevar una vida normal, algo que hace meses que está completamente descartado, sino que se trata de paliar los intensos dolores que sufre Juan Carlos I. Unos dolores que solamente se esfuman cuando recibe el pinchazo diario en su pierna en el que se le inyecta un calmante que hace desaparecer los dolores de cadera.

Juan Carlos I se ve derrotado

La realidad es que el emérito se ve en el espejo y observa a un monarca absolutamente derrotado. Juan Carlos I está a años luz de esa imagen que daba anteriormente y ya no es una persona ni feliz ni con la vitalidad que acostumbrar a mostrar. Ahora, vive en una silla de ruedas en Abu Dabi y solamente trata de caminar cuando llega a estar en España, donde, para evitar dar una mala imagen, hace un gran esfuerzo para mantenerse de pie durante unas horas al día.

Así pues, la realidad de Juan Carlos I está muy lejos de ser la que él desearía. El emérito ha perdido toda la movilidad que le quedaba en sus piernas y, por culpa del dolor insufrible en la cadera ha tenido que comenzar a recibir inyecciones diarias para sobrellevar unos dolores que ni dejaban dormir a un Juan Carlos que ya se ve absolutamente derrotado por los problemas físicos.