Juan Carlos I tiene nueva casa en Madrid a escasos kilómetros de Zarzuela
Una nueva etapa marcada por la discreción, la cercanía familiar y la distancia institucional
Aunque oficialmente se encuentra domiciliado en Abu Dabi desde 2020, el Juan Carlos I ha decidido retomar con discreción parte de su rutina en España. Según informan varios medios, el rey emérito ha alquilado un palacete de lujo en la urbanización La Florida, situada a apenas cuatro kilómetros del Palacio de la Zarzuela, con la intención de pasar temporadas en Madrid sin pernoctar en residencia oficial.
Este nuevo domicilio le ofrece privacidad, comodidad y proximidad a su familia y al centro neurálgico de la Corona, sin que su presencia esté bajo continuo escrutinio mediático. De esta forma, Juan Carlos I mantiene un perfil bajo y evita reavivar controversias, al tiempo que se asegura estar cerca de quienes le rodean. Un movimiento que, además, le permite gestionar su vida en España con mayor autonomía mientras mantiene la distancia institucional que exige su situación actual.

Regreso discreto a Madrid: visitas cortas y encuentros familiares
La elección de este palacete no es casual: permite a Juan Carlos I regresar a España sin alterar la agenda institucional de la monarquía. De hecho, en noviembre de 2025 apareció brevemente en Madrid para asistir a un almuerzo familiar con motivo del 50º aniversario de su proclamación, un evento organizado por Felipe VI en el Palacio de El Pardo, y regresó en el mismo día a Abu Dabi, sin pernoctar.
Ese gesto simbólico, un acto privado con su familia, cobra especial relevancia en un contexto de tensiones dentro de la Casa Real: las memorias de Juan Carlos han despertado polémica y distanciamiento.
Para muchos, este palacete en La Florida representa una vía intermedia: la posibilidad de estar en España cuando él lo desee, sin retomar un rol público. Para él, una forma de mantenerse cerca de sus raíces y de sus seres queridos sin levantar revuelo, adaptando su presente a una vida más pausada, discreta y personal. En cierto modo, esta nueva residencia funciona como un puente entre su pasado institucional y su presente más reservado, ofreciéndole un espacio donde transitar esta etapa con mayor calma y control. Así, Juan Carlos I encuentra un equilibrio que le permite seguir conectado a su entorno sin interferir en la evolución de la monarquía ni ocupar un protagonismo que ya no busca.