Juan Urdangarin pierde el título nobiliario
Felipe VI lo dejó sin opción de ser sucesor
El primogénito de la infanta Cristina y de Iñaki Urdangarin, Juan Urdangarin, ha visto cómo se cierra para siempre la puerta de la nobleza. El joven, que en su día podría haber estado ligado al ducado de Palma de Mallorca, no heredará nada, porque la Casa Real decidió extinguir cualquier posibilidad tras la retirada del título a su madre en 2015. Hoy, Juan, pese a ser el hijo mayor de la única hija de los reyes eméritos que no reside en España, carece de cualquier vinculación nobiliaria.
Y es que el rey Juan Carlos I otorgó a su hija Cristina el ducado de Palma en 1997, pero lo hizo como título vitalicio, sin herencia automática. El plan era claro: revertiría a la Corona al fallecimiento de su titular o si el monarca así lo disponía. Y eso fue exactamente lo que ocurrió. En pleno escándalo del caso Nóos, Felipe VI no dudó en retirar el título a su hermana, con un decreto que sellaba el destino de sus hijos. Desde ese momento, ni Juan ni ninguno de sus hermanos tuvo opción de recibir la herencia simbólica de Palma de Mallorca.

Felipe VI, el encargado de la decisión
La realidad es que la decisión de Felipe VI fue más allá de un gesto formal. Supuso cortar de raíz la relación institucional de los Urdangarin Borbón con la nobleza, y relegarlos al terreno privado. Juan, a diferencia de otros nietos de los eméritos, no cuenta con papel oficial, no aparece en los actos de la Corona y ha desarrollado su vida en un perfil bajo, residiendo fuera de España la mayor parte del tiempo. Su nombre, además, no forma parte de la línea sucesoria, que sigue un orden estricto centrado en los descendientes directos del actual rey.
De este modo, el hijo mayor de Cristina se encuentra en un limbo simbólico: sin título, sin obligaciones públicas y sin expectativas de reconocimiento futuro. Lo que en otra época habría sido un destino casi inevitable —heredar, al menos de manera honorífica, parte del legado de sus padres— quedó roto con la decisión de Felipe de amputar el ducado.
Así pues, Juan Urdangarin no solo pierde un título que nunca llegó a ostentar, sino que ve confirmada su desvinculación definitiva de la nobleza española. Su vida seguirá lejos de los focos, marcada por la discreción y sin el brillo que, por nacimiento, podría haber esperado.